Prólogo

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Taranis Fraser, alfa, heredero al trono del reino más poderoso del planeta. Tarsos es su hogar, su lealtad, amor y dedicación son para su pueblo. La gente de su clan son orgullosos, guerreros y nobles. El frío reinante en el norte, los hace de carácter fuerte y dominante. Pero, nada conoce el alfa de la unión entre dos seres, más allá de sus encuentros furtivos durante el celo. 

Su futuro está unido al omega de Paradis. Desde su nacimiento la diosa Luna los emparejó y sus padres decidieron que esa alianza era un buen trato para los dos reinos. 

Ha visitado Paradis cuatro veces en su vida, una para conocer a su prometido. La segunda vez fue para pedir oficialmente su mano. La tercera y cuarta visita fueron una sucesión de reuniones concertadas con los altos mandatarios de la región y celebraciones con presentes para el pueblo de su omega. 

En realidad, ni Taranis ni su prometido han pasado más de un par de horas a solas. El alfa se siente a gusto en su compañía. Es poco hablador y no intenta agobiarlo con miles de preguntas, que, por otra parte, sabe que el pequeño omega de piel dorada debe tener. Piensa que es inteligente y muy avispado, bonito, suave en el trato y con un carácter afable que todos aman. Será un excelente omega para su pueblo.

Mael Duncan, omega, hijo mayor del rey de Paradis. Su hogar está en el sur, el reino más exuberante del planeta. Sus compatriotas son gente alegre, afable y de buen corazón. El tiempo cálido y el viento del sur hacen fértiles sus tierras, un lugar precioso donde residir.

Su destino está enlazado con el fuerte alfa, heredero de Tarsos. Su madre es descendiente de los hijos de La Luna, por eso Mael tiene en su interior el poder de los herederos de la diosa. Nadie a excepción de sus padres y hermanos, saben del fuerte carácter del omega. Tienen miedo de que rompan el compromiso si alguna vez llega a saberse.

Mael ama a Taranis, desde la primera vez que lo vio supo al instante por qué la diosa los había emparejado. No pretende que el alfa lo ame de vuelta, siente en su corazón que va a ser difícil ganarse el afecto de su prometido. Puede notar que no despierta ese sentimiento en él. Pero, a pesar de todo, no puede negarse a cumplir su cometido, para el que la Luna lo puso en esta tierra.

De esa unión, a todas luces atípica, nacerá la historia de amor más épica que hayan visto jamás. El orgullo de un alfa, la fuerza de un omega y su compromiso en pos de un objetivo común, será lo que al final los haga vencer todos los obstáculos en su camino.

Mael, hijo de la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora