Y así eliges lo realmente importante

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El viaje hasta el puerto se hace algo interminable para Taranis. Su pecho es una losa fría que lo cala hasta los huesos. Su omega está lejos y sabe que está donde tiene que estar, su obligación es con su pueblo, pero eso no hace menos dura esta travesía. Como iba a pensar el alfa que ese matrimonio, concertado por sus padres hace años, se convertiría en el pilar de su vida y en la base de su futuro. Jamás pretendió enamorarse, no entendía las miradas cómplices, el anhelo en los suspiros de las demás personas emparejadas. Realmente creía que el amor te hace débil, predecible y muy vulnerable, algo que no puede permitirse un rey. Pero sopesando las últimas semanas, puede ver lo que el amor de su omega ha hecho por su pueblo, como ese pequeño extranjero se ha abierto un hueco en el corazón de cada súbdito de Tarsos. Y en el de su rey. Ahora, mientras viaja por los caminos con algo más que sus pensamientos, el monarca lo entiende y lo que es más importante, lo acepta. Acepta que está perdido por su omega. Acepta que es mejor persona cuando está a su lado, que todo lo que ha pensado hasta ahora ni siquiera se acerca a la realidad de su amor por él.

Y en ese momento en el que el sol sale detrás de las montañas, y puede ver a lo lejos el puerto de Tarsos, sabe qué hará lo imposible para mantener la paz, por su pueblo, pero sobre todo por su omega.

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Mael escucha los pasos apresurados llegar hasta su dormitorio. La voz de Kalen le llega amortiguada, como si hablase a través de una almohada. La visión desgarradora que acaba de tener, se repite en bucle una y otra vez sin darle un respiro.

—¡Mael! ¡Hermano! — le grita Kalen intentando sacar al omega del hechizo en el que parece estar sumergido. Entonces Mael parpadea regresando desde el infierno de su pesadilla.

—Hermano, necesito que me escuches. Va a pasar algo terrible si no llegamos a tiempo para impedirlo — le cuenta cuando puede enfocarse de alguna manera.

—¿Qué has visto?

—Taranis… el rey está en peligro, Dugan lo ha traicionado y esa reunión con la gente de Pangea no es más que una trampa, ellos ni siquiera saben que hay una reunión. Tasal junto con dos pueblos más que no conozco van a matar al rey y a conquistar el puerto de Tarsos. También vienen hacia aquí, quieren acabar con todo lo que una vez conocimos— le cuenta entre sollozos.

—Al final está sucediendo, todo lo que has soñado desde niño, la guerra está aquí.

Un sollozo ahogado saca a los hermanos de su conversación. Marsaly está llorando y Tristán tiene su piel pálida como la cera. Ni siquiera se acordaban de que ellos estaban en la habitación. Tan acostumbrados a ser solo ellos, que se olvidan del resto del mundo.

—¿Qué guerra? ¿El consejero es un traidor? ¿Tasal? — murmura Tristán.

—Tenemos que salir inmediatamente hacia el puerto, es imperativo que llegue hasta el rey —le dice Kalen.

—No — le contesta Mael y es tan tajante que su hermano le mira con cautela.

—Mael…

—He dicho que no. Tú y Tristán se quedarán aquí y protegerán al pueblo. Vendrán muchos hombres, necesitaréis a todos los alfas y omegas fuertes que podáis reclutar. Los omegas embarazados y los niños los quiero en palacio. El resto debe estar dentro del recinto, no quiero a nadie a extramuros. Aguantad el asedio lo más que podáis.

—Pero puedo ser más útil junto al rey… sabes lo que soy capaz de hacer— le replica Kalen sin entender que pretende hacer su hermano.

—Por esa misma razón te necesito aquí, hermano. Aquí está el futuro de Tarsos, el hogar que nos ha acogido y que es nuestro ahora y el que será el pueblo de tu sobrino — le explica llevando su mano hacia su vientre todavía plano.

Mael, hijo de la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora