"¿Cómo cortejar a un alfa?"
Nada, eso es lo que aparecía, nada.
¿De verdad ningún Omega ha intentado cortejar a un alfa? lo duda, pero, no hay resultados.
Al carajo, si nadie le va a decir cómo hacerlo el creará su propia forma, lo hará:
Va a cortej...
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Las clases habían comenzado, aunque solo para los de nuevo ingreso, él aún debía esperar dos semanas más para integrarse.
Esa secundaria tenía un raro método para adaptar a los de nuevo ingreso (aunque para él era completamente innecesario), aún recuerda como de la nada cambiaron el ambiente cuando apenas se estaba adaptando, fueron tiempos difíciles. Aunque no es como si ahora fuera más fácil, desde pequeño ha sido visto como alguien raro e inestable, siempre sentía las miradas y susurros acuchillar su espalda.
Así que ante el inminente terror de ser observado y posiblemente mutilado, llegó temprano, solo observó caras nuevas dándose el lujo de respirar con tranquilidad. Esas personas no lo conocían de nada, ni siquiera le miraban; esperaba que siguiera así lo que restaba del año.
Camino por los pasillos sintiendo tranquilidad en lo vacío y silencioso que se encontraba, llegó a su salón y como lo venía haciendo desde casi su primer año se sentó en la última fila, los estudiantes ingresaron, nadie lo miro, como era costumbre; susurraban pero no sobre él, era un ambiente distinto, susurraban emocionados y con clara curiosidad.
Se confundió pero antes de que comenzará a pensarlo demasiado el profesor ingreso dando comienzo a la clase, seguro no era nada que le importase.
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Pedía contexto con la mirada mientras iba camino a su próxima clase, todos en los pasillos parecían estar esperando algo, una pequeña curiosidad comenzó a surgir dentro suyo pero decidió no prestarle atención, después de todo no podía ir y preguntar.
Resignado siguió con su trayectoria tratando de ignorar a la bola de adolescentes, respiro con tranquilidad cuando por fin se sentó en su lugar habitual, a los pocos minutos los demás estudiantes comenzaron a ingresar, pláticas, risas, grupos juntándose. Se creó un agradable ambiente hasta que el sonido de la puerta abriéndose llamo su atención, pensó que se trataba del profesor, después de todo faltaba realmente poco para que iniciará la clase pero, no, solo era otro estudiante.
Las pláticas se volvieron más silenciosas mientras miraban de reojo al chico que acababa de entrar; el nerviosismo del rubio se hizo presente, sabía mejor que nadie lo que esas miradas y susurros podían ocasionar pero era diferente, se sentía diferente. Los susurros no eran venenosos, eran suaves, halagador, las miradas no quemaban, demostraban sorpresa y admiración.
Pero a aquel chico parecía no importarle, mantenía una cara neutral mientras paseaba su mirada por todos los asientos parando en su dirección ¿Acaso? Oh, lo estaba mirando. Se alteró, su respiración se ponía cada vez más irregular conforme ese chico se acercaba, no había dudas, venía hacia él.
Apretaba fuertemente su camisa bajo la mesa tratando de calmarse, era obvio que ese chico era de nuevo ingreso, no sabía nada sobre él ¿Acaso le daría una imagen tan rara de él como primera impresión? Se negó a eso, su mente comenzó a reproducir todos los ejercicios que había aprendido para mantener la calma, preguntándose cual de todos podría verse menos extraño si lo hacía a media clase, no le dio tiempo, cuando lo vio sentarse a su lado sufrió de una explosión interna.