꩜ Negan quiere poder

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NOVIEMBRE, 10:45 a.m.

Grace creía que en cualquier momento el dolor la mataría, cada latido en su corazón era el recuerdo de que su otra mitad no estaba a su lado. Quiso sentirla nuevamente en su vientre, abrazarla y aspirar su olor a lavanda con cítricos, vestirla con sus ropas celestes. Deseaba con todo su corazón haberse enterado del cáncer antes, hacer cualquier pacto con quién sea para entregar su propia vida. Pero, a pesar de todo el dolor, si la vida le daba la oportunidad de volverla a criar lo haría, sin importarle el capítulo final.

Lucille le enseñó la luz.

Pero ahora estaba de regreso a la oscuridad y no sabía como hacer para luchar contra ella. Estaba sola en la vida, su hija se había ido para siempre y Negan había cambiado de actitud.

Habían vagado por días en muchos lugares, esperando encontrar su nuevo hogar, estaban junto a una chica llamada Laura. Negan le contó a Grace que la chica de cabellos rubios había otorgado los medicamentos para su hija. Los tres mantenían el silencio como una regla.

Negan se sentía asqueado de si mismo por haber sido tan débil y no rematar a su hija como se debía, se prometió a él mismo que jamás pasaría por lo mismo otra vez. No buscaba una comunidad para estar, buscaba una posición que su carisma lo ayudaría a tener. Él quería que Grace pudiera estar a salvo, ella merecía ser tratada como una reina después del tormento que vivió.

Negan buscaba poder y sabía que lo podía obtener.

El ejemplo era la misma Laura, el hombre fue causante de la muerte de su papá y de todas maneras la chica caminaba a su lado como una persona leal que le cuidaba las espaldas cuando orinaba. También era la encargada de cazar, les brindaba comidas. El miedo que ella tenía de quedarse sola no la había hecho dudar al aceptar su camino con Negan.

—Podemos buscar una cabaña —sugirió Grace parando su paso abruptamente, los chicos la vieron —Estoy cansada, tengo ampollas en los pies.

—No dormiremos en una sucia cabaña —espetó Negan.

—No me importa la suciedad. Sólo quiero descansar, comer algo en un lugar con cuatro paredes y un techo.

El hombre la miró de arriba a abajo, siguiendo su paso como si no hubiese escuchado nada. Laura hizo lo mismo, ambos la dejaron atrás por unos segundos. Grace miró el cielo, maldiciéndolos varias veces antes de seguir con los pasos más largos que pudo dar hasta poder alcanzarlos. Sin importar el poco tacto que tenía con su esposo, hizo que sus brazos se entrelazaran y apoyarse de él.

Había extrañado su toque, no recordaba cundo fue la última vez que estuvieron juntos de una manera tan... íntima. Porque era como si él no se le quisiera acercar más de la cuenta, estaba tan preocupado en las comodidades que merecían, estaba preocupado en su estúpido bate.

No lo iba a negar, el bate con púas había servido de mucha ayuda con los caminantes hasta hoy, pero cuando vio como se clavaba en los cráneos de personas vivas le tuvo verdadero miedo. Conoció al Negan asesino, fue un shock tan terrible que no la dejó comer en días.

Cada vez que cerraba sus ojos podía ver el bate en movimiento golpeando una y otra vez las cabezas de esos hombres que lo habían secuestrado. La macabra risa de su esposo cuando las púas quedaron repletas de sesos... las cabezas destrozadas en el piso. Grace no le pudo hablar, le tuvo miedo. Negan arqueaba su espalda en cada golpe, sacaba comentarios fuera de lugar y les juraba que se mirarían en el infierno.

Eso que hice fue para protegernos —le explicó después de unas horas, cuando ella no quiso que la tocara —Debes acostumbrarte a la nueva orden mundial.

Lucille: El dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora