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Su llegada a la capital de Konoha alerto a los colonos de aquel lugar, la mayoría mirando de soslayo ante la pequeña reverencia con la que le recibían. Con la mirada al frente y la barbilla en alto. Escuchando más de una vez las tímidas y apenas audibles revelaciones. Miedo.

La mirada de los colonos pasó de aquel quien lideraba aquel enorme escuadrón al siguiente jinete quien iba detrás de él, saludando a todos con aquella enorme y resplandeciente sonrisa. Esperanza.

Con dirección al palacio Senju. El silenció y el sonido que provocaba el pasar de los caballos, les hizo erizar la piel. Una vez aquel hombre de armadura como el ónix salía de su vista, suspiraban con tranquilidad. Temblando una ultima vez, sin intención de siquiera levantar la mirada para seguir su paso.

El escuadrón se detuvo fuera de las enormes puertas del palacio. Una vez su mirada se clavo sobre la puerta. Suspiró antes de llevar su derecha a la cabeza, retirando el sencillo Kabuto que cubría parte de su frente y coronilla. El hombre tras de él, sonrió al observarle descubrir su alborotado cabello azabache.

—¡Abran la puerta!—exclamó el hombre.

La enorme puerta de madera se abrió frente a ellos, los guardias dentro del castillo reverenciaron antes de abrirles camino. El segundo hombre llevó su palma al hombro del otro.

—Hemos llegado a casa...—suspiró aliviado. —Después de tres años fuera, finalmente hemos regresado—sonrió.

—Entremos ya, estoy deseando poder tomar un buen baño con algunas plantas medicinales—escucharon a un tercero. —Tardamos bastante para hacernos de aquellas tierras en la frontera—bufó.

—La hospitalidad de aquellos aldeanos fue muy... agotadora—soltó el segundo.

—¿Hospitalidad?—sonrió burlesco el primer hombre.

Su mirada ónix se posó sobre la zafiro. Algunos guerreros de aquel escuadrón instintivamente dieron un paso atrás. Intentando apaciguar su angustiado y temeroso corazón. El de ojos zafiros bufó.

Sus ónix miraron al tercer hombre. Nara Shikamaru hijo del estratega del palacio, un hombre que se caracteriza principalmente por tener una expresión de pereza y cansancio, llevando el un cabello largo y negro atado, asociado frecuentemente con el período Edo.

Llevando su mirada hacia el otro. Aquel quién fue su compañero desde que tiene memoria. Clases de espada, clases de equitación, clases de arco, etc. Uzumaki Naruto, hijo de uno de los tenientes principales del palacio. Con un gran parecido con su padre, heredando sus ojos zafiro y su cabello rubio. Llevándolo en punta, mucho más corto que el Nara.

—Rehenes... Todo ese tiempo no fuimos más que rehenes—bufó el tercero.

—Vamos Shikamaru, Sasuke—inquirió. —Tres años fuera del palacio nos vino bien—sonrió.

—Sólo a ti te parece increíble ser rehén por tres años, Naruto—bufó Shikamaru.

Sasuke bufó antes de golpear ligeramente su caballo con el pie, entrando sin más al palacio. El Uzumaki rodó los ojos, entrando junto al Nara, siendo seguidos por todo el escuadrón. Bajo con tranquilidad del caballo, observando a los guardias de la entrada mirar al piso.

—Mis señores...—se acerco un hombre, aún con la mirada clavada en el suelo.

—Siguen con eso...—bufó el Uzumaki, retirando su katana aún envainada. Entregándosela al hombre.

—Sólo es...—el Nara entrego su katana sin más. Naruto bufó.

—Procedimiento para la seguridad dentro del palacio—rodó los ojos el rubio.

YugenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora