—¡Hyung, veamos juntos la primera nevada! — pidió el rubio con una sonrisa brillante al pálido inerte que estaba frente suyo.
¿Cómo podía decirle no a ese adorable niño? Hace mucho que había dejado de pronunciar esa simple palabra al niño frente suyo, nunca lo haría a cualquier petición suya y cuando el pálido se dio cuenta de aquello, supo que estaba condenado.
Su más terrible pesadilla se hizo realidad.
Cuando la realización lo golpeó fuerte, un leve cosquilleo se adentró en su garganta.
¿Por qué de él? Se preguntó. Pero solo faltó verlo de nuevo, sus ojos brillando; expectante, sus mejillas hinchadas en un puchero. Inmediatamente, el corazón del pálido empezó a latir rápidamente, desconcertándolo, unas cosquillas iniciaron en su estómago y solo tenía ganas de besar toda esa carita frente suyo.
—¿Hyung? — llamó el rubio, sacándolo del hilo de sus pensamientos y conjeturas.
¿Por cuánto tiempo se quedó contemplando a ese ser frente suyo? No tenía idea, pero tampoco podía parar de admirar y asimilar cada detalle del bello chico. Sus rasgos faciales eran envidiables, su línea de belleza era tan única y qué decir sobre su personalidad tan...
—¡Hyung! Me estás escuchando — volvió a llamar el rubio.
—¡Eh!... ¿Sí? — maldijo internamente por perder otra vez el hilo de la conversación.
—Pregunté si podíamos ir juntos a ver la primera nevada — por cada palabra la voz del rubio se iba haciendo más baja, terminando un poco encorvado por su timidez.
Cierto, de eso hablaban — por supuesto Tae — el susodicho le regaló una gran sonrisa llena de dientes, esa de las que derriten el corazón del mundo.
Yoongi se sintió atacado. ¿Cómo podía hacer latir aún más rápido su corazón? Otro cosquilleo en su garganta empezó. El cual ignoró.
❦
Taehyung era cariñoso con todo el mundo. Tan burbujeante, que no había nadie que se le resistiera.
Entonces, verlo jugar en la nieve junto a otro de sus amigos no debería causarle esa incomodidad.
Estúpidamente, pensó que solo serían ellos dos, que él era especial. Pero se dio cuenta de que no era así.
El pequeño alborotador había traído a alguien más con él.
Otro cosquilleo más intenso se inició en su garganta cuando vio a Tae carcajeándose en la nieve con su otro amigo sobre él, haciéndole cosquillas.
⚘
—Hyung~ gracias por acompañarme.
Yoongi solo le sonrió.
Estaban yendo de regreso a la casa de Taehyung, en un silencio cómodo. Por momentos siendo interrumpido por alguna cosa interesante que el menor viera y quisiera enseñársela al mayor.
Cuando llegaron a la puerta, Tae lo abrazó y corrió hacia la puerta, abriéndola rápidamente.
—Adiós, hyung — gritó el menor desde su posición, sin olvidarse de agregar esas dos palabras que darían un nuevo peso al corazón del aludido — te amo.
¿Cuántas veces Taehyung le había dicho te amo? Ninguna de esas dolió, pero esta lo hizo. Hizo que sintiera ahogarse, sintió algo atorado en su garganta mientras su corazón se apretaba.