Epílogo

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26 de enero de 2020

Aún con tanto Samantha era conciente de que había logrado lo que quería, tuvo a un esposo que la amo toda su vida y su suegro llegó incluso a ser cálido con ella, más de lo que su padre había sido en realidad, ya habían pasado 17 años desde la partida de ese buen hombre y también de su compañero, ambos habían muerto en paz y entre los brazos de la persona que más amaban.

Recordaba a esos dos hombres con mucho cariño, podría decirse que fueron otra figura paterna para ella, su esposo también había sido un buen hombre, pero falleció un par de años atrás, en conclusión ella había vivido una hermosa vida y lo sabía, estaba agradecida inmensamente por eso.

Un cálido día, así es como se podría resumir ese momento, había una rica y abundante cena en la mesa, toda la familia se reuniría esa noche, también el hijo de su hija menor que regresaba ese día de su intercambio en Japón, pero no regresaba solo, pues en la última llamada les había informado que había encontrado pareja e iba a hacerle una presentación formal ante su familia.

La hija mayor había llegado hace un par de horas, con sus dos hijos, mientras uno de ellos ayudaba en lo que podía a su padre bajando las cosas del auto, el otro tenía un libro en su mano perdido en una novela de romance, dónde dos soldados de reinos rivales arriesgaban su vida para verse a escondidas, no lo diría en voz alta, pero soñaba con vivir ese tipo de romance.

Aquel libro se lo había prestado su querido primo que ahora regresaba del intercambio, estaba emocionado por contarle que había logrado terminar todas y cada una de las historias que le había recomendado, no pasaron ni cinco minutos cuando dió por terminaba esa cursi novela y dejo su libro a un lado.

Al ver a su hijo libre su madre empezó a llenarlo de tareas, afortunadamente había notado que cuando su hijo leía hacía todo sin rechistar y con una enorme sonrisa, nunca preguntó de qué trataban sus libros, solo le importa ver feliz a su hijo y su esas lecturas hacían que sonriera de esa manera entonces estaba bien.

—Mamá, ¿Por qué le trajiste tantas cosas a mi primo?, Solo se fue un año no es como si hubiera ido a la guerra —el chico mayor entro a la sala con una montaña de regalos.

—Solo le traje lo necesario, estuvo mucho tiempo lejos de la familia, ahora sube eso a su cuarto y vienes, quiero que pruebes la mermelada que hizo tu tía —le sonrió a su hijo y el chico solo hizo lo que su amada madre le pidió.

Todos sabían que su querido primo era el consentido de la familia, pero ni siquiera iba a reclamar por eso, porque para ser sinceros incluso él lo consentía demasiado desde niños, llegaba a prestarle más atención que a su hermano, pero su pequeño hermano adicto a los libros también lo cambiaba por su primo.

Demasiado amor de todos lados para el pobre chico.

Entonces el sonido de las teclas del piano sonaron llamando la atención de todos los que estaban reunidos en la cocina y en la sala, corrieron hacia el pequeño salón de música dónde estaba ubicado ese viejo piano, ahí la abuela les miró algo apenada por haber causado un alboroto.

—¡Mamá, espera, no camines sola! —la menor de las dos hijas corrió con su madre para ayudarla a llegar a la cocina.

Samantha tomó la mano se su hija suspirando, estaba cansada, eso era verdad, pero hoy era un día especial, su querido nieto regresaba, ese nieto que le había llenado de ilusión con el solo hecho de nacer, el joven muchacho era el vivo retrato de Kim Taehyung, ese joven que le había protegido de niña y que había amado a su hermano con su alma entera, aunque la personalidad del joven se parecía más a la de su hermano, Samantha había convencido a su hija de llamarlo igual que el amado de Jungkook, esperando que así fuese más fácil que encontrá a su chico.

Por Toda la Eternidad [Taekook/Kooktae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora