Preparando maletas

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Era una típica mañana en el departamento de la pareja Hiragizawa y Daidōji.

Como cada día, la cafetera envolvía el lugar con su característico aroma, olor que despertaba muchas sensaciones en el inglés. Eriol era un romántico y detallista, siempre se levantaba temprano para tenerle el desayuno listo a su amada.

Tomoyo se caracterizaba por ser una mujer sensual y elegante. Ella al igual que su novio amaba cocinar, ambos habían acordado desde que comenzaron a vivir juntos que él se encargaría de la primera comida del día, así Daidōji tendría el tiempo suficiente para poderse dedicar a su arreglo personal.

-Buenos días, amor.

-Buenos días, querido. ¿Cómo dormiste? -inquirió la azabache mientras se acercaba a su pareja para ayudarle a servir el desayuno.

-Muy bien, desde que despierto a tu lado mis mañanas son maravillosas -musitó cerca de su oído.

Tomoyo se sonrojó. Las palabras de amor que le regalaba su novio generaban en ella un efecto tan placentero, que la hacían sentirse muy deseada y amada.

Eriol la miró con ternura, se veía preciosa con sus mejillas ruborizadas. Se acercó a su novia por la espalda y la tomó de la cintura. Ella reaccionó dejando escapar un pequeño suspiro, él siempre la sorprendía con sus caricias inesperadas. Relajó el cuerpo y colocó el plato que tenía en las manos sobre la mesa, había sido un milagro que este no saliera volando, finalmente giró su anatomía para quedar frente a su pareja.

-Algún día me vas a matar de un susto -murmuró acercándose a sus labios.

-Eso no es verdad, tienes un instinto más perspicaz que el mío, además, si usaras tu magia te darías cuenta de cada uno de mis movimientos -susurró el inglés rozándole la boca.

-Sabes que no me gusta usarla, me gusta que vivimos como dos personas normales -comentó mientras le acariciaba la mejilla con una de sus manos.

-Mi amor, quien te escuche decir eso, pensará que somos seres de otro mundo -masculló entre risas-. Somos como cualquier ser humano, pero poseemos poderes mágicos, es todo. ¿No te parece fascinante?

-Eres un poco arrogante, ¿lo sabías?

-Y así me amas -afirmó con una enorme sonrisa logrando arrancar un suspiro de los labios de su amada.

Eriol Hiragizawa era un ser humano excepcional; educado, elegante, refinado, todo un caballero, aunque de vez en cuando también era un poco arrogante y sarcástico.

-Tú no vas a cambiar nunca -dijo la azabache, quien todavía acariciaba dulcemente la mejilla de su pareja.

-Por ti, haría lo que fuera -musitó acercándola más a su cuerpo-. Sería capaz de volverme un ser humano común y corriente, pero sé que me adoras tal y como soy.

Esas últimas palabras las esbozó sobre sus labios. La vio cerrar los ojos y abrir levemente la boca, esa era la autorización que estaba esperando para poder besarla, aunque, de igual manera lo hubiera hecho sin pedirle permiso.

Cerró la poca distancia que quedaba entre ambos y con pasión besó a su amada. Tomoyo quitó la mano de la mejilla de su novio y la llevó hasta su cuello, colocando la otra en su pecho, sintiendo como Eriol la aferraba más a él, envolviéndola con ambas manos por su estrecha cintura.

Sus besos eran como una droga para los dos, nunca serían suficientes. El aroma de sus cuerpos los enloquecían y la unión de sus bocas sabían cómo un dulce prohibido, uno que cada vez se volvía más y más adictivo.

Un romántico viaje a la ciudad del amor [TomEriol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora