Noche especial

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Sugerencia: Acompañar la escena final con la canción de Chino y Nacho «Andas en mi cabeza».

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-Buenos días, dormilón. Despierta, hoy es el gran día.

-Mi amor, aún es muy temprano, ven a la cama y duerme un poco conmigo, sí -masculló el mago adormitado-. Anoche te llevaste todas mis fuerzas.

-Yo no fui la que propuse detener el tiempo -se excusó acariciándole el espeso cabello-. Tú querías conocer todos los rincones del barco, yo solo accedí a complacerte.

-Y vaya que conocimos hasta el último rincón -dijo atrayéndola hacia él para que se acostara a su lado.

-Mi cielo, te recuerdo que es tu cumpleaños. Tenemos todo un día planeado. Debes levantarte para que podamos irnos -le recordó rozándole el rostro con dulzura-. Sé que detener el tiempo es agotador, pero valió la pena, ¿cierto? Ahora por favor, ponte de pie y vamos a desayunar.

Eriol hizo un puchero que a Tomoyo le causó mucha ternura, ella entendía que sus fuerzas habían llegado al límite la noche anterior. Detener el tiempo se consideraba uno de los hechizos que más energía requerían al momento de realizarse. Generalmente, solo lo utilizaban para situaciones específicas, aunque esa había sido una ocasión especial el lapso en que todo se paralizó fue muy extenso. Al parecer a los hechiceros no les bastó todo lo que hicieron en el barco, pues al llegar al hotel se metieron juntos al sauna para relajarse un poco antes de dormir, pero lo que realmente terminaron haciendo fue el amor una vez más.

Apenas habían dormido un par de horas, ya que toda la adrenalina vivida los mantuvo despiertos hasta las tres de la madrugada. Tomoyo había utilizado un hechizo en su pareja cuando este cayó rendido sobre su lecho, el conjuro servía para que pudiera recuperar la energía, quizá no sería toda, pero sí la suficiente para que pudieran salir esa mañana.

Debía sacarlo de la habitación y regresar con él hasta que fuera de noche, así el hotel tendría suficiente tiempo para decorar la suite como ella la había solicitado.

-Tommy, te juro que hago esto solo por ti -confesó levantándose de la cama-. Por mí podríamos pasar aquí todo el día.

-No señor, venimos hasta acá para celebrar tu cumpleaños y estaba esperando este día con ansias -expresó emocionada tomando por las manos a Eriol para guiarlo hasta el baño-. Una buena ducha de agua fría es lo que necesitas para terminar de despertar.

-Yo lo único que necesito es tenerte a ti -murmuró en su oído-. Porque no vienes aquí y te bañas conmigo.

Daidōji rio con fuerza, se suponía que estaba muy agotado y aún así quería estar con ella. Definitivamente su novio era un ser insaciable. Pensándolo bien ella también lo era, solo que deseaba que juntos pudieran disfrutar de todo lo que tenía planeado para ese día. Por la noche después de la cena podría cumplirle todas sus fantasías.

-Yo ya estoy lista -arguyó señalándose a sí misma-. En lo que tú te bañas llamaré al restaurante del hotel para que nos tengan listo el desayuno.

-Está bien, pero, ¡quiero algo dulce para el desayuno como regalo de cumpleaños! -exclamó desde el baño.

-Lo sé amor, pastel de chocolate, ya lo tenía pensado -respondió mientras marcaba el número del restaurante-. No sería tu cumpleaños si no comemos un poco de pastel.

-Exactamente.

Eriol salió de la ducha con mejor semblante, el agua fría había hecho su efecto. Se sentó en la cama y se comenzó a cambiar. Su pareja ya se había encargado de buscarle la ropa y era algo que le agradecía. Se arregló en un abrir y cerrar de ojos, llegó hasta la sala que tenía la suite y la encontró sentada leyendo un itinerario, sin decir nada se le acercó para darle un enorme beso en la mejilla.

Un romántico viaje a la ciudad del amor [TomEriol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora