Capítulo III: La huída

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                                                                           Capítulo III: La Huída

Al ver que me querían matar me dispuse a huir. Corrí y corrí nerviosa sin saber a dónde iba puesto que nunca salí más allá de los límites del territorio del clan y ahora que era mi primera vez solo era para salvar la vida.

No podía creer lo deprisa que iba, estaba alucinada con la agilidad con la que podía esquivar objetos como árboles y rocas y la velocidad a la que iba. Era simplemente fascinante, pero no tenía tiempo de contemplar mis habilidades nuevas ahora, tenía que salir de allí con vida, tenía que lograr perderles de vista y ocultar mi rastro de ellos. Sabía que no iba a ser fácil y que podía morir, pero todavía quedaba esperanza en mí.

Seguía corriendo cuando miré a mis espaldas y vi que un guardián se iba a abalanzar sobre mí. Rápidamente hice un quiebro y el guardián se golpeó contra el suelo brutalmente, seguramente murió con el impacto. Aquello me había asustado más y solo pensar en la posibilidad de morir me puso realmente nerviosa y mis patas empezaron a flaquear. Intenté mantenerme tranquila poniendo la mente en blanco pero era imposible, había muchos guardianes dándome caza en este momento, y no podía controlar mis impulsos, ni mi cuerpo. Mis patas empezaron a temblar y eso me ralentizó por lo que me asusté todavía más y más y más lenta iba y más asustada me ponía, era un círculo vicioso. Sin darme cuenta perdí el control y me caí de bruces contra el suelo al tropezarme con algo. El Impacto fue tan fuerte, que me rompí la nariz y me desgarré las patas delanteras tanto, que casi se me podían ver los huesos de las rodillas. El dolor era insoportable y la boca me sabía fuertemente a sangre, estaba chorreando tremendamente por la nariz hasta me mareé del golpe que me había dando y se me nubló un instante la vista. No podía controlar mis nervios pero logré ponerme a duras penas en pie, respiré hondo intentando tranquilizarme pero los aullidos de los guardianes que me seguían no me dejaban estar tranquila. Saqué fuerzas de flaqueza pensando en cosas del pasado, entre ese dolor y el que sentía ahora mi cuerpo no sé cómo pude seguir corriendo aun que a duras penas.

Seguía corriendo por el bosque y nada me era familiar, seguramente ya estaba fuera de los límites del territorio de la manada, pero no me paré, no podía confiarme y seguí muerta del dolor corriendo.

Mi cuerpo no aguantaba y pronto mi vista comenzó a nublarse y sentía como me iba desmayando. No veía apenas y ya no sabía en qué dirección estaba corriendo ni por donde, estaba en medio de un desmayo.

Pude oír los aullidos cada vez más cerca de mí pero mi cuerpo ya no respondía, corría casi sin sentido por el bosque, me sorprendía que aún estuviera corriendo.

Oí un ladrido y me giré vagamente y justo cuando un guardián iba a agarrarme entre sus fauces noté que caía al vacío.

En la caída acabé perdiendo el conocimiento por completo y desmayándome por el enorme esfuerzo que mi cuerpo había hecho y la gran cantidad de pérdida de sangre por mis heridas.

Mi cuerpo había caído por una cascada y ahora iba río abajo sin control. Parecía estar muerta.

-Asunto terminado-dijo un guardián-ya no será nunca más, un problema-prosiguió diciendo-volvamos.

Los otros guardianes se reían y festejaban su victoria ante la pobre criatura que un día había sido algo más que un animal al que dar caza, alguien que un día perteneció a ellos, que corría su misma sangre por sus venas, que tenía corazón y sentimientos… que era alguien con vida. Pero nada importó, porque ahora yo era la mala, la que había matado al hermano que siempre la ahogó psicológicamente y a nadie salvo a ella le importó. Yo había hecho justicia, había hecho, lo que mi hermano se merecía desde hace tiempo, merecía la muerte por todas aquellas cosas que me hizo cuando yo era débil, estaba sola, y tenía miedo, pero ya no lo tengo. Hoy mi propia familia ha intentado matarme, acabar conmigo como un enemigo, yo no era el enemigo, pero cuando los demás te juzgan por tus actos empiezas a entender que no te consideran nada ni nadie, solo una más, sin nada especial que dar, y nada que recibir. Ellos me había tratado de bestia cuando yo, era mil veces mejor que todos ellos, tan crueles y superficiales, ellos que me tachaban de demonio son los que hoy, han atacado a una de su misma familia. Eran una manada basada en la mentira y en la deshonra. Aquel día es cuando ellos, empezaron a no ser nada, a ser menos de lo que ya habían sido para mí, a ser mis enemigos, a ser quien yo algún día volvería para darles una lección que jamás olvidarían, a mostrarles lo que son realmente los valores morales los cuales ellos carecían.

Ahora lo sabía, lo que me había pasado era un don, un don oscuro que podía permitirme arreglar las cosas en este mundo, que podía usarse para hacer sentir mejor a la gente, y por eso, la ira no me devoró como persona porque nunca llegó a mi corazón, a mi espíritu, me había transformado sí, pero era incluso mejor persona ahora que antes, ahora yo me amaba y ya no importaba lo que el mundo pensara de mí, que me juzgaran como si ellos fuesen la perfección, que me infravalorasen, que me hicieran sentir menos… aquello ya no era posible, ya no podían hacerme daño. Había comprendido, había crecido como persona y ya nada podía cambiarme. No podían, y si yo moría, al menos ahora sabía que hice algo bueno por alguien, que estaba en paz conmigo misma y que lo demás ya no importaba. Ya no me importaba morir, porque sé que habría hecho algo bueno por alguien, que alguien me echaría de menos, aquellos corazones a los que toqué seguirían recordándome y nadie podría cambiar eso. Sé que di todo de mi, y que hice todo lo que pude, que este mundo fue mejor solo porque yo estaba aquí y esa satisfacción nunca terminaría.

TeuToNa: Un salto a tu corazón, o a tu cuello.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora