"Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros"
Juan 15:18
Durante los siguientes días, Reese se acopló bastante bien a sus nuevas tareas.
Las primeras veces Luc lo llevaba a la sala del "Purgatorio" y le daba algunas explicaciones.
—Lo mejor que puedes hacer es sentarte y dejar que hablen. Necesitan sacar todo eso. Es como si hubiese algo que los está asfixiando y no podrán continuar así.
—¿Como si fuese una terapia? —murmuró Reese, pensativo.
—Más como un amigo —corrigió Luc—. Alguien que se preocupa por su estado. Estas personas normalmente son del tipo que nunca ha tenido a alguien a quien le importen lo suficiente como para escucharles hablar de lo que les duele. Necesitan a ese alguien antes de continuar. Nosotros seremos ese alguien.
Reese se sentaba frente a una de las personas en esa habitación y Luc supervisaba su conversación. Le corregía el tono y la postura, de manera que tuviese la actitud más abierta y amable que le fuese posible.
Le dijo que uno de sus principales objetivos era que sintiesen que no iban a juzgarles.
—Muchas personas crecen con la idea de que si cometen un error en su vida, después de morir vendrá un gran Juicio en que les van a decir "tú no mereces nada bueno porque no quisiste a tus padres abusivos como te dije que lo hicieras" y los arrojarán a un lugar con llamas eternas y cadenas pesadas para que sufran por toda la eternidad —Luc meneó la cabeza—. No lo apruebo. Las excepciones han sufrido lo suficiente. Nuestra tarea consiste en limpiar un poco ese sufrimiento hasta que no sea lo único que pueden sentir, no hacer de jueces perfectos y volverlos culpables tanto de sus acciones como de lo que sí escapaba de su control. Si esperase perfección para juzgar a todas las personas, tendría que condenar incluso a quienes dicen mentiras tontas.
Cuando Reese lo escuchaba soltar algo así, se quedaba embelesado mirándolo. No sabía si Luc lo había notado o no. Lo único en su mente en esos momentos era una profunda admiración ligada a un pensamiento de "esta persona es muy amable con la gente herida". Y eso era lindo. No cualquiera sabía ser amable con quienes cometían errores, ni siquiera con los más leves.
Tan pronto como le pareció que Reese podía hacerlo solo, lo dejó por su cuenta. Luc estaría recorriendo la sala al mismo tiempo, hablando con alguien más, y podría llamarlo si algo pasaba, pero estaba convencido de que no le haría falta.
Así, a menos de dos semanas de su entrada al infierno, Reese Lafer se agachó en el Purgatorio y habló con una adolescente ladrona y mentirosa.
—...casi toda la comida que robaba era para mi hermana —murmuraba, demasiado cohibida y culpable para atreverse a levantar la mirada hacia él—. Me decía llorando que le dolía el estómago por el hambre y yo no sabía qué más hacer. Oí que robar comida era "pasable" si fue por hambre, pero...pero...
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Soberbia (Pecados #1)
ParanormalReese ha caído en el infierno sin saberlo. O más bien, hay un grupo de demonios y seres humanos que están cuidando de un despistado Reese que aún no se da cuenta de nada.