Isaías 14:12

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"¿Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora? Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones"

Isaías 14:12

A la hora de la cena, Reese tocó la puerta de la "oficina" y entró con una bandeja, procurando no levantar la vista del suelo más tiempo del necesario

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A la hora de la cena, Reese tocó la puerta de la "oficina" y entró con una bandeja, procurando no levantar la vista del suelo más tiempo del necesario. Todavía estaba avergonzado y la peor parte es que no pudo hacer varias de sus tareas durante el resto de la tarde porque en su huida dejó los papeles que necesitaba allí. Y no pensaba entrar después de todo lo que soltó si no era absolutamente necesario.

Su plan era colocar la bandeja donde siempre lo hacía y huir. Sólo recogería los papeles que requería si lo recordaba, y con el nerviosismo que sentía, quizás saldría sin ellos y se lamentaría de nuevo cuando estuviese en el pasillo, pero no por eso entraría.

Claro que el plan de Luc era un poco diferente.

—Reese.

Reese se congeló. Había colocado la bandeja en su sitio y se cuestionó si sería capaz de llegar a la puerta y escapar de nuevo sin crear una muy mala impresión. Probablemente no, se dijo. No encontraba una forma creíble de disimular su segunda huida.

Tras unos instantes de llamarse "cobarde", Reese apretó las manos en puños y se dio la vuelta. Encogía los hombros de forma inconsciente.

Luc había detenido su lectura y tenía el libro negro sobre el regazo. Apoyaba el codo en el reposabrazos del asiento y su mejilla contra sus dedos cerrados en un puño. No mostraba ninguna señal de irritación por casi ser ignorado.

—Quiero pedirte disculpas por mi arrebato de hace unas horas —indicó Luc, en tono suave.

La expresión de Reese debió ser de incomprensión absoluta, porque siguió hablando.

—Fue inapropiado.

—Sólo...estaba frustrado —alegó Reese, sin captar el punto.

—Fue un arrebato —Luc sacudió la cabeza—. Espero que no me haya convertido en una persona agresiva para ti. No aprecio la violencia fuera de contexto.

—En ningún momento se me acercó ni me preocupó que me hiciera algo —Reese soltó un débil resoplido—. Se frustró. Algunas personas gritan, algunas personas lloran. Otras...se pelean con una mesa y la mesa les gana, supongo.

Después de un momento, Luc asintió, despacio.

—Además —continuó Reese, más divertido—, recogió su desastre conmigo y acomodó la mesa. Intentó. Eso —Apuntó a la mesa— no estaba ahí.

Luc se sobresaltó y hubo un par de segundos en que su apariencia distante y elegante fue cambiada por genuina confusión, haciéndolo ver más joven y menos serio.

Soberbia (Pecados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora