La Vida Que Se Escapa

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Crudeza...

Un lugar donde las vidas no son más que montones de dinero.

Crueldad...

Aquellos que te arrebatan la infancia colocando un arma entre tus manos.

Realidad...

El inefable golpe que te llega la primera vez que jalas el gatillo teniendo la boquilla presionando en la frente de alguien.

Bestialidad...

Cómo marcas con la yema de tus dedos la cantidad de segundos que transcurren antes de que el veneno surta efecto.

Lealtad...

El rugir de tu estómago al notar que lo poco que tenía se ha marchado por donde ha venido tras ver la sangre del niño tiñendo la almohada.

Vida...

Cargar un arma y que el sonido de las balas te repita en el oído que no eres más que un sobreviviente de ti mismo.

Muerte...

Eso era yo. Era ese ángel que bailaba entre amantes cortando sus lazos con fuego y hierro. Y ese hombre que lucía vivo sin tener porqué vivir.

-Azrael-Informé tras la puerta a la que llamaba.

Había renunciado a mi nombre antes de ser consciente de cuál era. Había renunciado a la memoria que no tenía. Y finalmente decidido renunciar a mí mismo para evitar dañar lo poco que quedaba de mí.

Ash abrió la puerta casi con desespero y se abalanzó sobre mí sin cuidado, golpeando mi cabeza con su puño tan pronto caímos al suelo.

-Eres un imbécil, Azrael-Murmuró con voz dolida-. Te dije que regresaras en cuanto terminaras de matarlos, no que te fueras a lo lindo hasta el otro lado del estado y luego volvieras.

-Lo siento... No quise preocuparte-Admití mientras me colocaba de pie, siguiéndolo dentro de la habitación a paso calmo-. Tuve que ir a La Academia en busca de un par de cosas. Espero no hayas tenido problemas mientras yo no... ¿Vino alguien?-Murmuré con incomodidad al notar el abrigo de un tercero colocado en el desgastado sofá.

-Eiji me ha estado haciendo compañía-Habló con normalidad mientras se recostaba en la cama, ignorante a la dañina sensación que invadía mi pecho con lentitud.

-¿De verdad?-Asintió con una pequeña sonrisa, soltando un bufido entretenido tras unos instantes de silencio. Pasé mi lengua por mis labios intentando disimular y me apoyé en la pared junto a su cabeza-... Es bueno que... que tengas, ya sabes, compañía-Solté la última palabra con notoria frialdad.

Cerré los ojos al notar un prolongado silencio de su parte y supe que había notado mi reacción al oír la cama rechinando como siempre lo hacía cuando Ash se sentaba en ella.

-¿Algún problema?-Preguntó con la molestia destacando su voz.

-No, sólo...-Me pregunté cuán mala idea sería admitir lo celoso que me sentía cada vez que hablaba del japonés. No era que fuera yo un celópata o que odiara a Eiji (éramos algo así como amigos, de hecho), pero desde que él había aparecido, Ash se había desvinculado casi del todo de mí para aferrarse a él como en su tiempo lo hizo conmigo- Siento que las cosas han cambiado mucho desde que tú y él se conocieron-Acabé por admitir, sabiendo que la había cagado al escucharlo gruñir mientras se colocaba de pie-. Me refiero... Ahora sólo me buscas para tener sexo, e incluso así con suerte y recordamos lo que se supone que somos-Lo sentó colocándose frente a mí y me atreví a abrir los ojos para encararlo.

La Vida Que Se Escapa [Banana Fish]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora