Capítulo 25

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— Dicen que los hijos son el mejor accidente que puede ocurrir. De hecho, hasta hace unos años, algunos profesionales recomendaban que era mejor traerlos al mundo sin planearlos, porque así la dicha era mayor.

YeEun prestaba atención a la lectura de su tío, quien intentaba aburrir a Hayun y Sukja hasta que se durmieran, parecía estar funcionando puesto que el más pequeño de ambos ya había cerrado los ojos, mientras Sukja seguía dando batalla.

— Entonces ¿es mejor no planearlo? —Inquirió YeEun con curiosidad,  abrazándose al cuerpo de su tío. Él se lo pensó un momento antes de responder.

— Ya no lo creo —negó con suavidad—. Tal parece que es mejor cuando las cosas surgen a su propio tiempo y ritmo. Así que tú debes estar listo en todo momento para poder decidir lo que harás, sin que nada te tome por sorpresa.

Félix sonrió con cariño cuando fue verificar que todo estuviera en orden. Apagó la luz al cerciorarse de que todos estuvieran dormidos.






Hyunjin se dejó caer sobre el sofá, en el silencio de su hogar. Cuando su hermano y Félix se ofrecían para llevarse a los niños durante el fin de semana era una ayuda que enorme que valoraba. Suspiró, mirando el techo sobre él. Aunque la ayuda con los niños era buena también le afectaba la soledad. Prefería estar con sus hijos que quedarse solo y recordar.

Frunció el ceño cuándo el timbre de la casa sonó. No quería levantarse y atender a quién sea que fuera, pero lo hizo de todos modos. Tal vez era el señor del correo, el periódico mensual o cualquiera de los pedidos que tenía en línea. Cruzó el camino de piedra que separaba la casa de la puerta que daba a la calle. La abrió sin ánimos. Su sorpresa fue grande cuando al abrir, unos pequeños brazos saltaron para rodear su cintura.

— ¡Papá!

Hyunjin pudo jurar que su corazón se había detenido por un instante. Creyó estar soñando, pero cuando se inclinó levemente para tomar a Yeonsu en brazos supo que era real. Aspiró el suave aroma de jabón infantil, besó las mejillas del infante y este se abrazó a su cuello. Al mirar al joven que los observaba, encontró a Seungmin, su Seungmin, quién permaneció sereno permitiendo el vínculo entre ellos.

— ¿Como estás, Yeonsu? —La pregunta fue sincera. Habían pasado muchos meses desde la última vez que lo vio y tenerlo entre sus brazos de nuevo era el milagro más precioso que podían permitirle.

— Estoy bien, papá. Te extraño mucho.

Hyunjin cerró los ojos cuando el pequeño dejó un beso en su mejilla y volvió a aferrarse a su cuello. Él se permitió mirar a Seungmin. Parecía que se estaba dejando crecer el cabello y se veía precioso, tan precioso como la primera vez que lo vio. Su aún esposo le dedicó una sonrisa tímida que le hizo recordar momentos buenos y él, intentando mantenerse sereno, correspondió el gesto.

— Que bueno verte, Seung.

— Lo mismo digo —suspiró él, un tanto aliviado por su buena reacción—. Estamos de visita en Canberra. Yeonsu quería verte y despedirse de ti. Insistió tanto que no pude negarme.

— Está bien, gracias por permitirme verlo.

— ¿Donde están mis hermanos? — Indagó el niño, interrumpiendo la conversación.

— Están en casa del tío Jisung —le hizo saber antes de mirar de nuevo a su padre— ¿Quieres pasar? ¿Puedo ofrecerte algo?

— No. Estamos bien.

— ¿Tienes de esas galletas que haces, papá? —Preguntó Yeonsu, sin embargo. Hyunjin asintió y el niño volteó a ver a su padre— ¿Podemos pasar por unas pocas? ¿Sí, por favor, papi?

— No, hijo. Esas galletas son de Hyunjin.

— A él no le molesta darme algunas ¿Verdad, papá?

— Por supuesto que no me molesta, puedes tomarlas —dijo, mirando a Seungmin para hacerle la oferta.

El más joven no tuvo otro remedio más que aceptar al ver a Yeonsu tomar la mano de Hyunjin, sin intenciones de irse tan de prisa.

Su hijo parecía cómodo, sentado en la sala con un vaso de leche y galletas de chocolate. Estaba contento, Hyunjin lo estaba aún más.

— En nuestra nueva casa no hay quién nos haga galletas, papá —se quejó el niño, consiguiendo que el peliblanco mirase a Seungmin con curiosidad.

— ¿Está muy lejos de aquí? — Preguntó sin saber, exactamente, hasta dónde llegaban los límites de su acuerdo.

El castaño, sin embargo, se permitió ofrecerle una respuesta.

— Está a una hora de Canberra. Conseguí un empleo en la empresa de los padres de Seongho. Volvemos mañana a nuestro hogar.

Hyunjin asintió pensativo, antes de ponerse de pie y dirigirse a la cocina. 
Saber que Seungmin no estaba tan lejos le tranquilizaba, pero su trato silencioso, de no inmiscuirse en su vida, le torturaba. Era como tener la escalera para llegar al cielo, sin derecho para subirla.

— Puedes llevarte estas —ofreció cuando volvió unos minutos más tarde. Extendió a Seungmin una caja con varias galletas—, apenas las preparamos hoy, así que son frescas.

— Muchas gracias, Hyunjin —el aludido le sonrió antes de volver a sentarse junto a él.

Tomó la mano ajena con timidez, Seungmin le permitió hacerlo sin problema alguno.

— A donde sea que vayas, espero que estés bien y cuida mucho de Yeonsu. Si algún día volvemos a vernos, tal vez podamos conversar.

— Claro. Nunca está de más una buena conversación con un viejo amigo.

Se miraron un segundo. Hyunjin fue el primero en decidirse a darle un abrazo, él correspondió con sinceridad.



— Gracias, por todo, Seung —murmuró en la entrada de la casa con Yeonsu abrazado a su cuello otra vez.

— Gracias a ti, también por todo.

Yeonsu le dijo adiós con su pequeña mano. Él los observó marcharse en el auto y finalmente desparecer por la carretera. Sonrió para sí mismo antes de volver a ingresar a su hogar y poner el seguro.

《 Aquí nos conocimos. Tal vez fue efímero en su momento. Cuándo te vi yo no podía dejar de pensar en lo precioso que te veías y en lo mucho que esperaba agradarte. Y ahora... tan solo cinco meses después, estamos tomando una decisión importante para ambos, por eso quise venir aquí contigo y convertir el momento en el que te conocí como algo eterno》

Una vez en su habitación se sentó en el borde de la cama, tomando el trío de anillos que posaba junto a la lámpara de noche.

Quiero que te cases conmigo, con una propuesta que se acerque a lo mucho que te mereces ¿Que dices, Seungmin? ¿Aceptas a este hombre para ser tu esposo y el padre de tus hermosos hijos?》

Sus anillos de matrimonio y el de compromiso que una vez dio a Seungmin. Sonrió triste, dejándolos de nuevo en su sitio.

Sí-  lo dijo entusiasmado, las lágrimas bajando sin detenerse - Nuevamente sí》

El Arte De Morir (HyunMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora