day three, night two

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La misma pesadilla, el mismo sentimiento. Ojos que reflejaban llamas de fuego, caos interior, miedo profundo, sentimientos encontrados.

Volvió a despertar agitado. Sus ojos se abrieron como su corazón, que latía fuerte y rápido, podía sentirlo salirse, en su garganta.

Sus orbes buscaban una respuesta, recorrían la habitación con desesperación, asustado cual ratón siendo atrapado por un gato.

Labios poco húmedos, textura rasposa, se lograban ver las grietas que estos formaban. Exhalaba aire con agitación.

¿Pesadillas? Sam nunca había tenido pesadillas. ¿Qué era este sentimiento que lo abrumaba? ¿Intuición, tal vez?

Peinó los rizos de la corona de su cabeza en forma de rodete, pensativo.
¿Temor? ¿Sentía temor? ¿A qué le tenía miedo?

Vagaban los sentimientos llenos de extraña y negativa intuición.

Se levantó apartando las largas y suaves telas que se encontraban cubriendo su cama de su cuerpo, posando sus pies descalzos en el helado suelo.

Se vistio lo más formal que su ropa le permitió verse, jamás volvería a usar corbata. El comedor era abrazado por la oscuridad, así que el ruloso encendió la luz extinguiendo todo rastro de soledad.

Pan tostado con mantequilla y azucar, ¿Por qué no? Desayuno rico y llenador, al menos de eso tenía expectativa.

En el instante que se sentó la sonora melodía del timbre resonó por todo el apartamento.

Se levantó con pereza, extinguiendo ese sentimiento cuando notó de quien se trataba: _________.

—Sam —saludó con una sonrisa ladina.
—traje de desayunar, ¿caminamos juntos mientras vamos a nuestro destino?

El mayor asintió con una sonrisa, dejando la tostada que iniciaba a penas a prepararse, tomó su mochila con su mano izquierda y salieron de casa.

Un frío intenso recorrió su espalda, el clima estaba helado, sus manos comenzaron a tornarse más pálidas, frías ante el tacto con todo material externo que helaba sus dedos.

Ambos chicos sintieron escalofríos acariciando su cuerpo, mirándose con una sonrisita divertida. De repente, todo al lado del otro parecía no ser tan aburrido, sin importar lo que fuera.

Su camino fue el rutinario, este se basó en risas y bromas, como las de siempre, sin embargo había algo distinto, ambos tenían en cuenta que en sus ojos se notaba un brillo distinto, algo que iluminaba con esperanza sus miradas enamoradas.

Ella tenía un destino más “cruel, abrumador y aburrido” que el de Sam, pero su mente no la dejó concentrarse lo suficiente en lo esencial, sino que divagó el día entero intentando descifrar que es lo que el ruloso hacía a cada hora del día.

La eternidad parecía un tiempo corto comparándose con el sentimiento de desesperación que ella sentía, se imaginaba saliendo del aula impulsivamente, corriendo hacia el trabajo de su padre, ahora de Sam también.

El joven Armato se encontraba apurado en su trabajo, su mente lo mantenía enfocado en ello, sin embargo, una parte de él se encontraba ansiosa por tener a su joven amiga ya cerca, todo pensamiento que tenía terminaba en los ojos de aquella dulce dama.

(...)


—¡Sam! —exclamó la menor con emoción, corriendo a abrazarlo como si el tiempo no les hubiera permitido verse por décadas.
—tenemos que hacer muchas cosas, como por ejemplo, ehm… —balbuceó, mordiendo su labio mientras centraba su mente en actividades divertidas para hacer.

Chance with you || MehroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora