Noche tres.
A veces solemos hacer situaciones más grandes de lo que son, las preocupaciones inundan la mente y te ahogan poco a poco, pero tal vez este no es el caso, solo tal vez.
Últimamente Morfeo se había vuelto enemigo de Sam, o tal vez era Cupido a quien deberíamos culpar, pues el joven comenzaba a tener muy presente la imagen de cierta conocida suya en mente, divagaba una y otra vez, se saboteaba distrayéndose constantemente solo pensando en verla un segundo más, parecía nunca ser suficiente.
Era la una con diez minutos de la mañana y Sam seguía retorciéndose en su cama cual lombriz, el colchón de repente había dejado de ser cómodo, y justo en el momento en que Sam tomó la decisión de mudarse al sillón más grande de la sala, su celular comenzó a sonar ruidosamente, acción que provocó un cosquilleo en su estómago. El ruloso se levantó de la cama de un brinco, respondiendo de inmediato cuando se prendió la pantalla, iluminando toda la habitación.
—dime, ¿qué necesitas a esta hora, preciosa?
—preguntó, intentando sonar lo menos preocupado que podía (considerando que la dulce Hazel no acostumbraba a dormir tan tarde), pero su intento fue en vano, haciendo una mueca de desagrado para él mismo.—¿Me dejas pasar la noche contigo? No molestaré nada, lo prometo —algo en su forma de hablar sonaba raro, estaba mal y Sam lo sabía. Sin dudar el mayor aceptó la petición y en pocos minutos él se encontraba fuera de su casa, esperando a la castaña recargado en el marco de su puerta.
La mirada del mayor se tornó una con un semblante más serio cuando la pequeña chica se acercó a él con su pijama, se notaba cansada y en sus ojos avellana podías notar el rojo grotesco que adornaba la esclerótica.
Sin decir una palabra envolvió el cuerpo de la menor en sus brazos haciéndola pasar, ella, en un intento de cubrir el desastroso aspecto que lucía, cubrió su rostro con sus manos, gesto que hizo a Sam sonreír por un momento. Ella tomó asiento, el hogar de Sam era más acogedor, cosa que no llegaba a entender del todo si era aún más pequeño, algo estúpido.
—Nathalie va a casarse —soltó, como intentando liberar un enorme peso de encima de un suspiro. —realmente yo no quería, discutimos y me echó de casa.
Sam no pronunció palabra, no para sonar insensible, sino para no soltar una palabra incorrecta al expresar su sentir de la situación. Él se dedicó a abrazarla nuevamente, inconscientemente demostrando así que quería protegerla.
El ruloso se levantó, tomó la suave mano de Hazel y la guió hacia su habitación a pasos lentos y silenciosos, casi descritos como suaves, delicados. Ella tomó la libertad de recostarse en la pequeña pero cómoda cama de aquel chico y cerró los ojos, aún así sin poder dejarse vencer por el sueño.
—tuve una idea —comenzó a explicar con una voz algo ronca y baja, esbozando una sonrisa ladina. —si comenzamos a tocar juntos en el metro podemos juntar más dinero, viajar y escapar
—eso nos llevaría meses, Haz, tú lo sabes
—respondió, sin descartar la idea por completo.Inevitablemente comenzó a imaginarse a ambos subidos en un escenario, cantando juntos canciones compuestas por él pero para ella, el público la adoraría, vestirían de lo más sencillo pero siempre a la moda, debían conseguir un representante o alguien que los apoye, sabía que no podrían hacer todo cien porciento solos.
—necesitaré dedicar todo mi tiempo a la música, Sam —murmuró, finalmente abriendo sus ojos para mirar directo a los del mayor, casi iluminándose en cuanto lo hizo.
—¿dejarás tus estudios por un tonto sueño?
—murmuró de vuelta, por primera vez el ceño de Armato se frunció por una acción de la que Hazel era causante, la miró cuestionando solo esa pregunta, casi arrepintiéndose por la palabra tan importante que pronunció y debió omitir, "tonto".
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Chance with you || Mehro
FanfictionÉl es un chico que tiene dos trabajos, y a pesar de la sencillez de el joven, le gusta más el que se relaciona a tocar su guitarra entre las estaciones de metro. Ella es una chica alegre que le gusta explorar y cantar. Ellos tienen una cosa en comú...