Capítulo 4

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Seguimos caminando por los largos pasillos, yo lo hacia con la mirada gacha mientras volvía a colocarme los aros, en ningún momento mire fijamente a la señora Daye o deje que ella viera mis ojos

Llegamos y nos detuvimos frente a dos puertas de madera

– estos son los baños, tú quédate aquí yo iré a buscar a la doctora, quitate la ropa y cubrete con una toalla, mandaré a dos chicas para que te ayuden a bañarte

Con los aros ya puestos la mire y asenti

Me adentre en los baños e hice lo que me dijo, espere sentada hasta que escuche las puertas abrirse

Ví entrar a la señora Daye con otra mujer y dos chicas jóvenes detrás suyo

– ella es la doctora, te va a examinar y cuando termine, ellas -apuntó a los dos jóvenes detrás suyo- te van a ayudar a bañarte ¿de acuerdo?

– si - contesté-

La señora Daye se fue, la dos chicas se quedaron afuera y la doctora se me acercó e indicó que debía hacer

Luego de que la doña me metiera la mano hasta el corazón... Dijo que estaba todo en orden y se fué

Las dos chicas entraron, caminaron hasta una parte apartada y regresaron con las toallas puestas de la misma forma que yo

Empezaron a echarme lentamente el agua caliente... Se sentía muy bien el agua caer en mi piel, una de ellas agarró una esponja y me empezó a lavar el cuerpo, era agradable pero al mismo tiempo un poco incómodo. La otra chica lavaba mi pelo

Nadie decía nada y eso me gustaba, solo se oía el ruido del agua caer y la esponja siendo frotada en mi cuerpo

Cuando terminaron fueron a cambiarse y la que me lavó el pelo me dijo que señorita Daye ya vendría y me daría ropa, solo asenti a lo que me dijo y ambas se retiraron

Pasaron algunos minutos, mi cuerpo ya se encontraba seco pero mi pelo aún estaba algo húmedo, la señora Daye entró, me entregó la ropa y dijo que fuera a cambiarme mientras volvía a salir

Camine hacia la zona apartada donde había dejado mi ropa, me quité la toalla y me empecé a vestir, cuando termine doble el vestido que tenía antes y me puse la capa de vuelta, era una típica capa para el invierno color negro y llegaba hasta el piso

Salí del baño y me encontré con la señorita Daye, le pregunte que podía hacer con el vestido que tenía antes puesto y me dijo que me lo quedara, simplemente asenti, empezamos a caminar mientras ella me guiaba

– como ahora le vas a servir al príncipe Mehmed deberás ser obediente y educada. No contestes, no mires a los ojos a los Sultanes ni a los príncipes, no seas desobediente y sobre todo... No te metas en problemas

Era aceptable... Solo te pedían cosas que yo ya esperaba

– esta bien -acepté-

Seguimos caminando en silencio y llegamos a, otra vez, dos puertas de madera. Podía sentir el ruido de aves cantando, a la sutana riendo, el olor de la Sultana, de otras 2 mujeres, de un bebé pero sobre todo... El de él

Señor... Su olor se había vuelto mi adicción

La señorita Daye abrió las puertas y entró, yo me quedé detrás de ella con la cabeza gacha

– Sultana -habló inclinando la cabeza hacia el frente-

– señorita Daye, ¿qué la trae por aquí?

– el sultán me envió para traer a la nueva criada

– ¿nueva criada? -habló confundida la Sultana Hürrem- no necesito una nueva criada señorita Daye

Mi Şehzade Donde viven las historias. Descúbrelo ahora