Suelo gritar. Como a mi me grita el silencio de vez en cuando.
Paseo por mis pensamientos pensando en cómo sería el camino de vuelta. De vuelta a la normalidad. Lo normal es lo ordinario y lo ordinario mi mayor alergia.Corro, grito y huyo esperando a alguien o a algo. Esperando tus palabras hirientes como dagas que se clavan en mis costillas y me dejan sin aliento. No respiro, me falta el aire y muero. Muero sin estar viviendo. Muero en la silla en la que empezó mi viaje, en la que pasa el tiempo y en la que muero lento.
Por fin me encuentro a salvo. Puedo chillar con histeria sin abrir la boca, puedo correr sin levantarme del pupitre y puedo huir. Miento, jamás podré escapar, y no niego que lo intento. Que lo intento y que me frusto, que no encuentro la salida, que me vuelve a faltar el aire y que también me falta el tiempo.
Me falta tiempo para decirte lo que siento. Muevo mis dedos jugando con los barrotes de mi prisión, recapacito sobre lo que te puedo decir. Te diría que ya es tarde, que fuiste tú quien me lanzó los puñales que me arrebataron la vida. También fuiste tú quien me quitó la voz que tanto me gustaba usar, que tantas ganas tenía de enseñar y que por tu culpa tengo que reprimir en estos versos mal compuestos. Fuiste tú quién me encerró en este calabozo de malos recuerdos, pero como la historia es mía yo escribo el siguiente cuento.
Ha pasado mucho tiempo desde que podía despreocuparme de la vida.
Tiempo: concepto abstracto que te acompaña toda la vida. Ser que corre y no abandona. Compañero incondicional y tóxico como el arsénico que corre por mis venas. Te demacra, te corroe y te daña con su compañía.
Si las manecillas de mi reloj girasen en sentido contrario, si por cada minuto se hiciese un corte en mi memoria, si mis amigos matasen mi alma y si la música fuese la droga más adictiva, yo estaría casi muerta al borde de la sobredosis, mi alma la habrían enterrado y a todo esto yo me estaría desangrando.
Induciendo poesía en vena y supurando prosa por mis heridas. Cicatrizando medievales cancioneros y muriendo con puñales de sátira y acero.Me vuelvo a despertar del trance del comienzo. Mis palabras se mueven a toda velocidad, pero no salen.
Se aumenta la presión y la temperatura no para de bajar. Tengo frío, mucho frío y por más que me abrigo mi corazón sigue gélido como una noche de diciembre.El amor me abandonó hace unos meses.
No creo que vuelva, y si vuelve no quiero volver a verlo.
El amor es una sensación de abandono al mundo para centrarte en tu nuevo mundo.
Es un sentimiento de dependencia a otra persona, pero por poco tiempo. Ese tiempo se pasaría rápido, porque no hay amor que todo lo pueda, porque ni si quiera yo puedo con todo mientras ese "todo" eras tú.Y tú te fuiste. Me dejaste tirada en este mar de lágrimas. Me movía por campos de amapolas pensando en qué estarías haciendo.
Campos de girasoles o de altos maizales entre los que nunca me encontrarías. Esos son mi refugio. Yo decido cual quiero que sea.
Deberías entender mi poesía. Deberías crear la tuya y compartirla con el mundo.
¿Por qué no entiendes que no estoy loca? Entiende que la locura es mi vía de escape y que los libros son mi lugar seguro. Entiende que puedes crear un mundo nuevo. Vuelve atrás y date cuenta de que he estado en campos, en prisiones y en la simpleza de un pupitre. Entiende que si ahora estoy en mi cama mirando el techo de mi habitación en un chasquido puedo ver las estrellas, puedo viajar a otro sitio o puedo quedarme aquí.
Prefiero quedarme aquí, con la Luna.
Tal vez tenga frío. No, no lo tiene. Hay un manto azabache que le da calor mientras duerme.
Una guerra a mi derecha. Hay demasiados soldados, incontables armas y nadie dispara. Están todos quietos, menos yo. Yo corro al centro del campo de batalla. Hay una caja y mi instinto me susurra a gritos que la abra. Que la recoja y la proteja con mi vida. Irónico, una caja es más importante que la vida de todos los soldados que me rodean. Lo más seguro es que ninguno quiera estar donde está. Luchando por una guerra que no es suya, ni tuya, ni mia. Las guerras son baños de sangre completamente gratuitos.
-¡Abrela! - me grita una voz.
Hago lo que me dice y abro torpemente la cerradura de la frágil cajita de madera. En su interior está la solución a mis conflictos, a los suyos y a los tuyos.
Clavo la bandera blanca en el suelo con fuerza y me voy de allí con paso ligero.Puede que lo único que necesite sea paz, o solo darle una tregua a la guerra de palabras. Mano dura en las estrellas. Mano firme en los universos. Mano cálida y amorosa que me arropa con las sábanas de mi cama mientras sigo mirando al cielo. Una voz que no reconozco me susurra - Sueña de recuerdo en recuerdo.
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mis noches con la luna
Poetry"Mi vida en verso" nunca fue tan literal Sola o no, nadie me acompaña. nadie excepto la luna y mis pensamientos que ahora también os acompañarán a vosotros.