Era increíble y Kenobi no podía creerlo, ella estaba viva después de nombrar a sus hijos se desvaneció y Obi-Wan sintió el verdadero terror en su corazón al presenciarlo, pero ahora podía ver su pecho subir y bajar con una ligera respiración y además de que el monitor marcaba el tan esperado pulso.
Obi-Wan se dejó caer contra la silla a un lado de su cama y suspiró, solo podía agradecer a la Fuerza por esto, había estado tan angustiado desde que la vió caer en Mustafar, por un momento creyó que su mente en ella podía distraerlo en el combate con Anakin, pero de alguna manera lo centro más, lo hizo querer regresar de ese volcánico planeta solo para saber cómo se encontraba ella.
Reflexionó, y no, no era algo nuevo lo que estaba sintiendo el maestro Jedi por esa mujer recostada frente a él.
—“Debes confíar en tus sentimientos, Obi-Wan.” — Recordaba que su maestro le decía a menudo, pero que no a los jedi se les negaba amar... bueno, no exactamente pero algo peligroso, por así decirlo... y la mayor prueba estaba aquí, había luchado con su antiguo padawan porque él estaba demasiado apegado a esta mujer ¿Podía culparlo? Por supuesto que no.
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—¿Maestro?— Obi-Wan abrió los ojos confundido.
—Hacerlo debes Obi-Wan, tu tarea ahora es.— Respondió el anciano Jedi.
—Pero- ¿Cómo pretende que la senadora Amidala deje ir a uno de sus pequeños?— Respondió Obi-Wan con ligera angustia en su voz, conocía a Padmé desde hace más de una década y sabía lo obstinada y decidida que podía ser con los suyos.
—Hablar con ella, tú debes.— Respondió Yoda con total calma.—Hacerle saber las consecuencias de quedarse con ellos debe saber.— Concluyó el maestro Jedi con los ojos cerrados.
—Ella no va a escucharme maestro Yoda...-yo- tomé la vida de su marido.— Respondió Obi-Wan con la cabeza baja.— Traté de hacerlo... mejor dicho.— Corrigió.
Padmé había preguntado por Anakin en el instante en el que lo vió parado a su lado, era lógico, después de todo eran pareja, pero no pudo evitar sentirse dolido por no sentir la misma preocupación por él.
—Terca es, pero tonta no.— Yoda abrió los ojos y Obi-Wan se obligó a cambiar su rostro a uno estoico, demasido tarde, Yoda podía ver a través de él como cristal.— Ambos comparten un dolor.— Espero un momento pero el joven maestro jedi se rehusó a mostrar su dolor.— Entre ustedes solos deben sanar.— Yoda se bajó del asiento y caminó hacía el dándole un apretón.
—El maestro Yoda tiene razón Obi-Wan.— Dijo el senador Organa en voz baja, Kenobi lo conocía y era uno de los pocos, junto con Padmé que en verdad respetaba a pesar de ser un político.— Debes hacerlo tú, debes hablar con ella, entenderá.— Sonrió.
—¿Yo? Por qué no vas tú... han sido compañeros de oficio por algún tiempo.— Replicó Kenobi con una chispa de esperanza pero Bail, negó con la cabeza.
—Tú la conoces desde hace más tiempo y es cierto, comparten algo más.— Concluyó.
Dolor. Eso era lo que compartían, no importa que tanto deseaba Kenobi compartir más allá de una charla, solo podía compartir dolor y cariño por un chico que ya no estaba entre ellos.
Literalmente Obi-Wan se deshizo de su rostro serio para tomar su rostro entre sus manos, la preocupación subía como picazón, molestando su cuerpo ¿Cómo hablaría con ella ? Él más que nadie sabía que preguntaría inmediatamente y nuevamente por el paradero de su antiguo padawan.
Anakin.
Anakin, era otra de sus preocupaciones... no podía dejarlo de lado, sabía que algo había salido mal en el cumplimiento que Yoda le había dado, ninguno de los dos pudo derrotar a la obscuridad y aquí estaban las consecuencias. Culpa, dolor y el sufrimiento que sucumbiría a la galaxia por su falta, Kenobi se maldijo mentalmente, debía haber desaparecido hace mucho tiempo, Kenobi se sentía como el causante de todo, él era el que había fallado...