—¿Y bien?— Padmé preguntó de pronto cuando estaban navegando en el hiperespacio, no tardarían tanto para llegar a Tatooine.
—¿Y bien...? Debe darme más pistas senadora.— Obi-Wan sonrió sin apartar la mirada del espacio.
—¿Que es eso de la nueva esperanza?— Padmé lo vió tensarse un poco pero se devolvió para mirarla.
—Ellos son fuertes.— Obi-Wan sonrió y el corazón de Padmé salto involuntariamente. Él sonreía por sus pequeños.— Ellos son... los únicos sensibles a la Fuerza que conozco ahora.— La sonrisa de Obi-Wan se desvaneció rápidamente y la sombra se posó en sus rasgos.— Yo- bueno, solo si tengo tu aprobación, yo puedo mostrarles como usarlo.— Finalizó.
Padmé observó al hombre que tenía enfrente, su rostro mostraba su claro dolor apesar de mantenerlo a raya. Las palabras duras que le había dicho hace poco le hicieron eco.
—¿Mostrarles o enseñarles, Obi-Wan?— Él bajó la mirada a sus dedos y suspiró pesadamente.
—No seré su maestro, no quiero ser más un maestro.— Dijo en voz baja.
—¿Por qué no?— Él disparó su mirada hacía la de ella y una risa aguda salió de él.
—¿No ves dónde estamos? ¿Ves todo lo que estamos pasando? Todo es mi culpa, Padmé y no pretendo fracasar de nuevo, no con tus hijos, no podría perdonarme tal error.— Padmé asintió.
—Veo dónde estoy, puedo ver y sentir todo lo que pasamos Obi-Wan, pero no es tu culpa.— El Jedi trató de interrumpir pero ella no había terminado.— Y sé que me dirás que estoy equivocada, así que si tú crees que eres culpable, yo también lo soy.— Ella sonrió con nostalgia.— Eres un maestro Jedi y sé que siempre lo serás Obi-Wan, eres uno de los seres más comprometidos que he conocido y te pido ahora, que cuando llegue el momento entrenes a mis hijos... tú mismo me dijiste que crees en la nueva esperanza, lo somos todos.— Finalizó.
—¿Te merezco como amiga?— Obi-Wan preguntó con calma.— Gracias Padmé... aún así pediré tu consentimiento por si cambias de opinión.— Ella puso los ojos en blanco y sonrió.
—No esperaba menos de ti.— Un quejido y un llanto hizo que ella se levantara.— Ellos tienen hambre, ¿Te veo más tarde?— Dijo con una sonrisa tratando de aliviar el ambiente.
—No pienso moverme de aquí.— Sonrió poco y señaló el asiento de piloto.
Ella se fué. Su argumento fué bueno y relajó un poco su mente, al menos ella estaba de acuerdo y eso fué reconfortante para él, por ahora.
El viaje sería corto y Obi-Wan no vió necesario dormir, meditó parcialmente para aliviar el cansancio carnal que lo reclamaba, pero no trajo descanso en realidad, ni a su mente y alma.
∆
Cuando llegaron a Tatooine ambos adultos subieron las capuchas de su nueva ropa para pasar desparecidos. Obi-Wan se había abrazado a la pequeña Leia al pecho con una tela suave y gris, y Padmé a Luke de la misma manera. Se miraron fugazmente al plantar un pie en la arena caliente de su nuevo hogar.
Ambos estaban ensimismados en sus pensamientos, este lugar traía bastantes recuerdos que ahora eran no más que agridulces para ellos. Padmé recordó cuando entro a esa vieja tienda de chatarra y el pequeño Anakin dijo que creía que ella era un ángel; cuando había vuelto a poner un pie aquí, albergaba sentimientos por ese joven y también temió de él, no había mucha diferencia ahora, puesto que seguía temiendo de él, solo que está vez ella se escondería.
Obi-Wan por su parte recordó quedarse varado aquí con la reina y ver cómo su maestro traía a un nuevo chico a sus vidas, y ahora debía cuidar a la familia de ese chico. Recordó ver por primera vez a un sith y que sería el causante de una tristeza posterior. Todo era agridulce y dolió.