Capítulo 22.

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Capítulo 22.

Hugo

"Me cuesta dejar de mirarla sorteando el saco de boxeo o a la gente que pasa por delante de nosotros.
Soy incapaz de aparta sus ojos abiertos, la expresión de su cara cuando a su cabeza vino la posibilidad de saber donde está Gabriel.
Encontrarlo sería algo bueno para los dos, que aparezca y saber que no vamos a tener su sombra detrás de nosotros.
Que lo metan en la cárcel o poder matarlo yo mismo, sea como sea, acabar con esta historia.
Hacer que Eva se sienta libre de verdad.
Ver como despega sus pies del suelo, cerrando los ojos, ver como los abre y me mira, como vuelve a la Tierra solo por mí, para estar conmigo, para que los dos, juntos, levitemos sobre todas las piedras que se quieran interponer entre ambos.

Me levanto del banco donde Fede me ha puesto a hacer pesas, según él, tengo que ganar masa muscular para los torneos, que no serán fáciles.
Suspiro mientras rasco mi nuca nervioso, mordiendo mi labio inferior, mirándola fijamente y dando pasos cortos, hasta colocarme detrás de ella.

-Hola. -Se gira para mirarme y me sonríe, un cosquilleo aparece en mi estómago, porque necesito que algún gesto de ella me tranquilice después de lo que pasó ayer.-
-¿Qué te pasa? -Frunce su ceño, mirándome y poniendo su guante sobre mi pecho. Estamos cerca, pero la siento lejos. Lejos desde que ayer cuando creyó saber donde estaba Gabriel salió de la cama, se vistió y casi me obligó a irme.-
-¿Me das un beso?
-¿Qué te pasa bebé?

Sus labios se curvan hacia abajo en un gesto que llega directamente a mi pecho antes de que ella sonría y esconda su cabeza en mi cuello, que sus brazos me rodeen y yo quiera esconderme en ella.

Segundos después, su boca atrapa la mía con dulzura, con paciencia, aunque demasiado poco tiempo. Se separa rápido, quizá porque la gente nos mira, quizá porque no le apetece este beso.

Agarro su cara entre mis manos, tiro de ella hacia mí y me inclinonlo suficiente para besarla, reclamando con mi lengua el contacto de la suya, diciéndole que no quiero apartarme para que ella vaya sola a ese sitio donde cree que se esconde Gabriel.
Quiero estar.
Estar con ella.
Ahora y siempre.

-La gente nos mira. -Sonríe contra mis labios.-
-Que miren, me da igual."

Pero los besos se quedaron ahí, dos o tres más cortos, un abrazo y nos tuvimos que separar para seguir entrenando.
No quité mis ojos de ella durante todo el día.
Incluso cuando se fue, me negué a dejarla ir, sabía que no iría con Diana.

Y no me equivoqué, a una distancia prudente, seguí el autobús donde se montó, horas de camino, horas pensando que no quería que fuese con ella y yo no podía dejarla sola.

Y ahora, aquí estoy, frente a una casa pequeña, apartada de todo y de todos, rodeada de vegetación, aislada.
Ha entrado hace unos quince minutos ahí, por lo menos. Y yo soy incapaz de seguirla aunque sé que puede que Gabriel esté ahí y ella esté en peligro, pero mi cuerpo no reacciona como yo creía que iba a reaccionar.
Me quedo paralizado y eso no estaba dentro de mis planes.

Siento la necesidad de entrar ahí, de cogerla de la mano y correr lejos. Muy lejos.
Los dos solos.

Camino con pasos temblorosos hasta quedar delante de la puerta, que está entreabierta, como si estuviesen esperando a alguien más, como si me estuviesen esperando a mí.

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