Capitulo 5

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Tenía hambre y aun no le trajeron su comida. ¿Qué hora era ya? No tenia ni la puta idea.
Ya se estaba impacientando.

Va hacia la puerta e intenta forcejear pero es imposible; no se rompe por nada.

Bufando se acuesta en su cama.

— Tengo hambre...— murmura con lagrimas en sus ojos. Se sentía débil, ya no aguantaba el encierro y estaba llegando a su límite. La ira junto al estrés salieron.

Un ruido de digitos escucha desde afuera y la puerta se abre. Jiraiya se pone de pie en cuanto escucha.
Limpia sus lagrimas con su dorso y camina hacia su computadora, sin importarle quien venía. Ya quería comer.

— ¿Acaso el chef falto o algo? — pregunto malhumorado, descargandose en Sebastian como lo hacia siempre.

— Orochimaru-sama lo espera en el comedor, Jiraiya-sama.— la formalidad lo toma por sopresa y por el tono de la voz se da cuenta de que ese no era Sebastian. — Con su permiso, me retiro.— dando una reverencia el señor mucho mayor que él se retira de la habitación.

Luego de 10 minutos aparece en el comedor, con su pelo atado en un rodete

A pesar de estar aun encerrado, el aire era distinto al de su habitación. Capaz hoy podía salir.
Solo se tenía que comportar delante el psicopata de su amor.

Al encontrarse en el comedor, un gran banquete en la mesa se encuentra junto a Orochimaru ya sentado ahí.
Su color de piel era más pálido y parecía que en 4 días había perdido peso. Fruncio el ceño preocupandose por él.
¿Cómo no iba a comer? Dios, acaso estos no hacen bien su trabajo o qué.

Sin recibir palabra del pelinegro se sienta en frente de él, con sus ojos clavados en esos verdes intensos.

Aunque cueste decirlo, lo extrañaba y anhelaba. Ese hombre era su pecado y su castigo era amarlo.

— Puedes comer.— dio su permiso para que el albino asintiera y empezara a comer. El pelinegro lo sigue en silencio y despacio, a diferencia de la velocidad y la gula de su compañero.

Cuando sentía su estrés calmarse empezo a comer más lento y disfrutando toda la comida que había. Cuando se le acababa el arroz, un mayordomo se encargaba de servirle más, ya era como el 5to que comía.

— Me informaron que querías salir.— Orochimaru habla, rompiendo el silencio. — Puedes hablar.

Al recibir la orden de su amo, este toma de su copa de vino para aclarar su garganta. Con una mirada seria, asiente.

— Sí... Estar encerrado no es lo mio y lo sabe.— dijo y recibió una sonrisa de lado de parte de su amo.

— Me faltas el respeto, te doy de comer, una habitación cómoda, ¿y aun te atreves a exigir más?— apoya su mentor en su mano luego de soltar aquellas palabras con un tono desinteresado y ejecutivo.

Jiraiya aprieta sus manos sabiendo que no le podia contestar y que estaba queriendo provocarlo nada más.

— He analizado mi error, mi falta de respeto hacia usted y me arrepiento. Aun así necesito aire, nada más que aire.— una suplica atraviesa sus ojos,— No tiene que comprarlo ni hacer mucho esfuerzo para darmelo.

— ¿Y como sabre que no estas mintiendo, señor escritor? — dijo el pelinegro con diversión para tocar el tobillo desnudo de Jiraiya con su pie.

— Porque usted es mi amo y jamás le mentiría.— su piel se tensa ante el contacto de su amo, pero necesitaba tener su aprobación; quería salir.— De ser así, recibiré cualquier castigo que me de.

Lo hago por él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora