Capítulo 1. La Llamada

507 19 0
                                    

Me desperté por la tarde, Damon y Stefan se habían ido a hacer unos recados más o menos hace un par o tres de horas, decidí ir a la cocina y me encontré con Bonnie, mi mejor amiga.

— Hola Elena, ¿Te acabas de levantar?— Me miró muy sorprendida.

— Sí, ¿Por qué lo dices?

— Yo alucino contigo, ¿Qué eres, nocturna o qué?— Me dijo y nos reímos. De la nada la puerta se abrió y entraron mis hermanos.

— Hola Damon, hola, Stefan.

Stefan y Damon nos saludaron y se sentaron en el sofá de la sala de estar. Me preparé mi desayuno, me senté con Bonnie al lado de mis hermanos y empezamos a hablar entre todos. En un momento dado escuché el teléfono y fui a coger la llamada.

— ¿Hola?

— ¿Quién está al teléfono?— Preguntaba una voz femenina.

— Soy Elena Salvatore, soy hermana de Damon y Stefan Salvatore.— Le respondí a la chica. Hubo unos minutos de silencio hasta que la chica decidió hablar de nuevo.

— ¿Podrías pasarme a Damon por favor...?— Miré a mi hermano y le dije que fuera a hablar con aquella chica que no sabía ni su nombre, él fue a hablar con la chica mientras yo volvía a la sala de estar y seguía.

Cuando Damon colgó se sentó dónde estaba antes.

— Elena, nos vamos a ir de viaje... Tu hermano, tú y yo... Bonnie no puede venir, hemos de contarte algo... Pero es complicado de decir, así que será mejor que lo descubras por ti misma...— Explicó Damon.

Yo le escuchaba con atención y asentía con la cabeza lentamente sin entender de lo que estaba hablando.

— Nos iremos mañana, así que prepara la maleta.— Intervino Stefan, así que suspiré y subí a mi habitación a preparar mi maleta.

Metí ropa, algunas películas y mis libros de dos de mis autores favoritos, entre los libros: Romeo y Julieta, Hamlet, el mercader de Venecia, Antonio y Cleopatra, todas estas son novelas de William Shakespeare y las novelas del Caballo de Troya, que eran once novelas escritas por Juan José Benítez López.

Bonnie entró en la habitación y me ayudó a cerrar la maleta, ya que no se podía cerrar de tantas cosas que había metido.

— ¿Cuándo volverás?— Me preguntó Bonnie, sabía que ella quería ir con nosotros, se lo notaba en su mirada, pero mis hermanos me habían dicho que no la podíamos llevar.

— No sé ni a donde vamos a ir Bonnie, ¿Cómo quieres que sepa cuando voy a volver?— Ella soltó una carcajada y yo me uní a ella.

Al día siguiente fuimos al aeropuerto y nos despedimos de Bonnie. Subimos al avión y empezamos nuestro gran viaje. No sé a dónde íbamos, pero sentía que iba a conocer a gente que me cambiaría la vida para siempre.

Stefan y yo nos empezamos a pelear en el avión para elegir una película, él quería ver una que se llama Orgullo y Prejuicio y yo quería ver Romeo y Julieta, una obra de teatro que me encantaba.

Damon, que estaba detrás de nosotros, nos dio una colleja a cada uno para que parásemos de hacer el idiota y nos dijo que le estábamos dejando mal delante de todo el avión. Nos puso una película de terror y siguió a lo suyo. A Damon le encantaban ese tipo de películas, a Stefan le dio igual y a mí, me dio mucho miedo.

Cuando llegamos vimos que era una ciudad la cual siempre estaba lloviendo y no hacía nada de sol. Así que cogimos un taxi y fuimos a un pueblo.

Mientras el taxi iba hacia el pueblo vi un cartel en el que ponía, bienvenidos a Forks. Miré a mis hermanos y ellos se miraron serios. Sentí que algo en ellos no iba bien.

— Elena, ahora cuando lleguemos conocerás a unas personas, has de ser amable, ¿Vale...?— Decidió explicarme Stefan. Simplemente decidí asentir con la cabeza y suspiré mientras seguía mirando por la ventana.

No tenía ni idea de que iba todo ese miedo en ellos, no era algo normal en ellos, pero decidí ignorar ese sentimiento y seguir mirando el paisaje.

En un momento dado nos desviamos por una carretera que hizo que nos adentráramos al bosque. Pasaron unos quince minutos y vimos una casa muy grande, con varias plantas, había un coche aparcado fuera de la casa. El taxi paró detrás del coche aparcado, nos bajamos al igual que bajamos las maletas, el taxi se fue y fuimos hacia la entrada de la casa.

La casa estaba hecha de dos materiales que eran el hormigón pulido y la madera, estaban combinados siempre con tonos neutros y espacios luminosos, tenía grandes ventanales desde el suelo hasta el techo y enormes balcones, conectados por aperturas y diferentes formas, generaban una gran conexión entre lo que había dentro y fuera de la casa.

Mire a mis hermanos, Damon tocó la puerta de la casa y una persona la abrió. Era una chica, tenía un cutis muy pálido, con pelo largo, rizado y ondulado de color marrón oscuro, sus ojos color chocolate y una cara en forma de corazón con una frente ancha. Sus ojos eran grandes y muy espaciados. Su nariz era fina y los pómulos eran prominentes. Sus labios eran un poco demasiado rellenos para su delgada línea de la mandíbula. Sus cejas eran más oscuras que su pelo y eran más rectas que arqueadas.

La chica se me quedó mirando algo atónita, en cuestión de segundos apareció un sentimiento dentro de mi como que ya la había visto en alguna vez. La chica nos dejó pasar y entramos para que ella nos guiara hasta el primer piso, en el recorrido pude ver cómo era esa mansión en mitad del bosque.

Las habitaciones destacaban por la ausencia de color. Predominaban el blanco y los tonos naturales. Ningún objeto parecía estar colocado porque sí, sino que tenía un gran estudio detrás. Todo estaba cuidado hasta el más mínimo detalle y creaba una paz visual que era impresionante. La elegancia brillaba en todos los rincones de esa casa, sin llegar a resultar demasiado sofisticada.

Las zonas de exterior parecían ser sacadas de Tailandia o cualquier lugar paradisíaco. No daba la sensación de frío pese a estar en uno de los lugares más húmedos del país, sino que vislumbrabas un espacio cálido donde la mezcla de elementos estaba en perfecta armonía.

Cabía destacar la luminosidad que desprendían todas las estancias de la magnífica mansión. Además de por la cantidad de alógenos o lámparas, por la amplitud de sus espacios abiertos. Disponía de una cocina open-concept de moderno diseño, pero acogedora gracias a la madera en tono cerezo a juego con el revestimiento de gran parte de la vivienda. No había ninguna habitación que no tuviese un gran ventanal con el que apreciar la naturaleza que la rodeaba, haciendo que el verde impregne también dichas estancias.

Al llegar al comedor vimos a más gente como ella, un hombre de más o menos 23 años. Tenía la piel extremadamente pálida. Medía 1.90 metros, su pelo era de color rubio, y sus ojos eran negros. Ese hombre parecía más un actor de cine.

—Bienvenidos. —Nos dijo aquel hombre. —Soy Carlisle Cullen, ella es mi esposa Esme Cullen y ellos mis hijos adoptivos. Rosalie Hale, Jasper Hale, Alice Cullen, Emmet Cullen y Edward Cullen. —Todos me saludaron a la vez que yo también les saludaba. Edward se puso al lado de Carlisle y empezó a hablar.

— Yo soy Edward Cullen, ella es mi esposa Bella Cullen y ella es una de mis hijas, Renesmee Cullen.— Edward hizo una pausa.

— ¿Y dónde está la otra hija...?— Pregunté intrigada, hubo un silencio bastante incómodo hasta que la chica de pelo marrón, Bella, se acercó a mí.

— Tú eres la otra hija...— Me quedé en shock, ¿Cómo que yo era su otra hija si mis hermanos eran Damon y Stefan Salvatore? Yo siempre había sido una Salvatore, viví siempre en su casa, en Mystic Falls.

La hermana de RenesmeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora