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Billy entró a mi cuarto, donde estaba Anacleto con 39º de fiebre: Se quejaba por culpa del frio, y su cara estaba pálida, dando signos de que aun no se recuperaba. Estuve un rato cuidándolo hasta que me dijeron los monitores que saliera del cuarto para dejarlo dormir. En ese momento fue cuando se cortó la promesa. Sin darme cuenta, entró Billy al cuarto a Hurtadillas, agarró el bate y empezó a darle golpes a Anacleto, apuntando a la cabeza y a las costillas.

Gritos de auxilio y sollozos se escuchaban por los pasillos del orfanato, dejando a todos los niños con la duda de que algo estaba pasando. Yo, por mi parte, seguí a la monitora Emilia. Vi a Billy con el bate, lleno de un liquido rojo. Me abalanzo sobre el, arrebatándole el bate de las manos. Mientras tanto los monitores se llevaban el cuerpo de un malherido Anacleto.

Los días pasaron, Anacleto estuvo bajo observación medica, estaba afectado...

-Anacleto...- Dije yo, con los ojos llorosos.

-No pasa nada, no sabias que esto iba a pasar, te perdono.- Dijo el, sonriéndome. En ese momento me puse a llorar como si de fuentes mis ojos se tratasen. el me puso su mano en mi cabeza, acariciándome cálidamente.

Los días sin Anacleto fueron muy pesados, me los pasaba jugando con su bate y con su pelota, tirando el objeto esférico contra la pared. Al final del patio, Billy me fijaba en su mirada, con miedo, pero con sed de venganza por no dejarle seguir con su plan. Le pusieron cargos por intentar asesinar a un niño menor que el, pero no hacia ni caso a lo que le decían los monitores. Billy era un chaval de 10 o 11 años, mas alto que yo, según especulaciones, lo metieron en el orfanato porque en el correccional era una persona altamente peligrosa, se metía en peleas recurrentemente, y decidieron meterlo en el orfanato donde yo estaba. 

Mi animo caía en picado cada vez que iba a ver a Anacleto: Aunque el problema de la fiebre había disminuido, los huesos rotos y los traumas físicos que sufrió Anacleto seguían perjudicando su vida... hasta que llegó el día que falleció. No supe la noticia hasta que me lo comentó la monitora Emilia:

-Alexander, siento muchísimo la perdida de... Anacleto- Comento Emilia con un nudo en la garganta. Después de eso ella se puso a llorar, abrazándome. Yo, no sabia que hacer... Me quedé inmóvil... En ese momento ya no era Alexander Smith... No sabia quien era, pero algo sabia... Tenia que cobrar la venganza de Anacleto. No me importaba que riesgos sucederían, solo quería pagar por la vida de mi único amigo en ese entonces... Nadie hizo nada para ayudarlo... era momento de hacer una masacre en masa... la masacre de 2008.

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