•Está sonando High de 5 seconds of summer.
Giselle Montilla.
Puedo sentir su mirada de reojo sobre mí, pero no dice nada. Yo tampoco lo hago.
Me mantengo ocupada dándole vueltas al anillo en mi dedo medio.
La música es lo único que hace que no me muera de aburrimiento en este tortuoso camino hacía mi casa.
Al llegar lo primero que hago es quitarme el cinturón de seguridad y bajarme del auto como alma que lleva el diablo, sin siquiera esperar al pelirrojo que me acompaña. Prácticamente corro hasta la puerta y rebusco entre mi cartera las llaves para poder abrirla y desaparecer de una vez por todas, pero al parecer hicieron un viaje a Narnia porque por más que busco no las consigo.
Suelto una maldición en voz baja cuando escucho sus pasos en mi dirección.
Y miren, sé que está mal huir sin dar explicaciones, pero si estuvieran en mi lugar también lo harían.
Cierro los ojos con fuerza cuando Charlie, mi cita, pone su mano en mi hombro.
Le ofrezco una sonrisa tensa, que luego se convierte en una real en cuanto toco las llaves con las puntas de mis dedos.
—Bueno, Charlie. Gracias por la invitación—Digo para no parecer una ingrata, pero ésta ha sido la peor cita que he tenido. Una total porquería, sin ofender.
Me río para mis adentros.
—La pase muy bien.—Sonríe con picardía mientras coloca un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.—Tú la pasarías mejor si me dejaras entrar.
Aplano mis labios para evitar reírme y niego levemente con la cabeza.
—No lo creo, tengo un examen muy importante mañana y necesito dormir.
Chasquea la lengua con disgusto.
—¿Otro día?—Inquiere sin dejar de verme a los ojos. Los suyos son azules con un toque de gris, su cabello rojizo está peinado perfectamente y tiene una sonrisa radiante. Viste un traje rojo que combina perfectamente con mi vestido.
Vuelvo a negar con la cabeza.
-Estaré ocupada.
Frunce el ceño pero tiene una clara expresión de diversión plantada en la cara.
—Ni siquiera he dicho que fecha.
—Es que estoy ocupada todos los días.—Chasqueo la lengua como hizo él minutos antes, sólo que yo lo hago con sarcasmo—Una lastima.
Vuelve a sonreír y sé muy bien cuales son sus intenciones cuando se inclina un poco hacia delante, así que, disimuladamente doy un paso atrás.
—¿Tampoco dejarás que te bese, Giselle?
—Ya tengo que irme, Charlie.
Abro la puerta con rapidez y cuando estoy a punto de pasar siento un tirón en mi muñeca que me regresa a mi lugar de un sentón.
—Te lleve al maldito restaurant más caro de este lugar, ¿Y aún así no vas a besarme?—Reprocha con disgusto.
—No tengo porqué hacerlo.—Respondo con enojo, tirando de mi brazo para que me suelte.
—¿Sabes cuánto dinero gaste en ese jodido lugar?—Se cruza de brazos y me ve como si yo fuera la culpable de todos sus problemas.—Eres una aprovechada y malagradecida.
Abro lo boca con indignación.
—Me importa un comino lo que digas, cabeza de zanahoria.—Doy un paso al frente y lo miro directamente a los ojos, sin tambalear ni un poco.—Puedes meterte tu enojo en donde mejor te quepa.
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Un café y un piojoso
Roman pour Adolescents«-Tardes con aroma a café y besos sabor a fresas.