—¡Jin Ling!
Todo está oscuro. Jiang Cheng jala aire cuando ve que no hay nada, no hay nada, no hay nada.
Golpea. Zidian danza y siente la energía en sus manos, el aire cambiando la estática y su aroma, tres gritos, golpes, gente cayendo, vasijas rotas. Dos manos sobre sus hombros.
—¡A-Cheng, estás bien, estás a salvo! —Lan Huan grita.
¡No! ¡No lo está! La bestia, ¡esa horrorosa bestia! Jin Ling se atravesó, no le importaba morir, no le hubiera importado morir, todo con tal de no haber escuchado su grito, su ardor.
«Jiujiu, ¡no veo!»
Su grito. Jiang Cheng grita. Zidian deja de reaccionar y el pavor sube por su garganta. Le aprieta el cuello, no lo deja respirar.
—¡A-Cheng, por favor, cálmate! Jin Ling está bien, tú estás bien, ¡estás conmigo! —Lan Huan insiste, sus manos presionándolo contra algo suave. Una cama... está oscuro. ¡Alguien encienda un talismán de luz!
No... no hay... no siente. Sus manos se elevan y rasguñan lo que encuentra, el rostro de Lan Huan, sus túnicas, Jin Ling... él no tiene, no, él no tiene...
Sus ojos. No hay ojos. Grita de nuevo.
—¡A-Cheng! —grita Lan Huan, la energía espiritual fuerza a sus vías respiratorias a abrirse.
—Cómo... ¿controlas a Zidian también? —Escucha una voz atrás, temblorosa.
Wei Wuxian.
—¡Salva a Jin Ling! —Jiang Cheng grita. Él está tirado en la cueva, hay sangre, tanta sangre.
Perdón A-jie, volví a fallarte, volví a fallarte. No merezco vivir, no merezco estar aquí. Tú.... tú lo hubieras protegido, ¡tú!
—Lo siento, A-Cheng. —El golpe en sus meridianos.
Se apaga.
La siguiente vez se siente pesado. No puede abrir los párpados, no puede ver luz. Se siente como si estuviera con una piedra sobre su pecho, pero arrastra sus manos por las sábanas y reconoce la suavidad del lino. Escucha los pajarillos cantando en la ventana y olfatea el olor a medicina e incienso. Siente el peso a su lado, tropieza con él cuando extiende más sus dedos. Sus yemas entonces reciben la suavidad de otra mano callosa, dedos largos, falanges de músico y espadachín. Aprieta su derecha, no siente a Zidian.
—A-Cheng, estoy aquí. —Lan Huan se escucha ronco, agotado.
No está en la cueva, no está frente a esa bestia. Fue tan estúpido al cometer ese error infame. Jin Ling... ¿Dónde está Jin Ling? Oh... su derecha se mueve a su rostro, atrapa la venda que lo envuelve. Recuerda.
El grito de Jin Ling, sus gritos. La sangre que corría por todo su rostro, su furia que se expandió en Zidian para acabar con la maldita bestia, la desesperación. La decisión, sus dedos metiéndose en sus cuentas, ese dolor no fue nada comparado al escuchar a Jin Lin, su Jin Ling, sufriendo. Al ver a Jin Ling, su A-Ling, sangrando. Al verlo con las cuencas vacías, él solo tuvo el impulso de llenarlas. De corregirlo, de arreglarlo.
Fue su culpa, fue su culpa.
—A-Cheng —siente el beso en su mejilla. Sus propias yemas se arrastran sobre la venda, presionando los párpados vacíos. Arde. Sisea —. No, no te toques aún, estás curando.
—Jin Ling...
—Se está recuperando. Está en su habitación, acompañado por Wangji y Wei-gonzi. A-Yuan lo está atendiendo personalmente, le estamos transmitiendo energía espiritual prácticamente a toda hora. Nos aseguraremos de que tu sacrificio no haya sido en vano, A-Cheng.
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Compañero de vida (MDZS)
FanfictionDespués de una cacería nocturna que salió mal, Jiang Cheng le entrega los ojos a Jin Ling. Lan XiChen navegará por el duelo, la pérdida y la esperanza para construir su final feliz. . . . Jiang Cheng pierde sus ojos, Lan Huan se queda. PD: Fic herm...