Prefacio

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¡AVISO!

1)Los nombres de los personajes de Naruto no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto.

2)La historia se hizo con el fin de entretener, los acontecimientos que leerán si son obra mía.




[...]


Una de las cosas que más odiaba era levantarse temprano por la mañana, aún si era porque tenía que ir a una misión no le daba importancia a eso. Hoy tenía una misión con su equipo, pero caminaba desganado y casi sin prestar a tención a su alrededor.

—Shikamaru, que bueno que no se te pegaron las mantas. Ya pensaba en ir por ti.

—Hola, Ino —respondió el Nara al ver a la rubia caminar junto a él. 

Continuaron su recorrido unas calles más y Chouji se unió a ellos. Cuando cruzaban las grandes puertas de entrada a la aldea, el moreno se detuvo.

—Shikamaru ¿Qué pasa? —preguntó Ino al darse cuanta que junto a Chouji seguían caminando, pero su amigo se quedó parado en la entrada— ¿Acaso se te olvidó algo?

—¿Eh? —enfocó su mirada en sus amigos.

—No estás caminando. ¿Olvidaste algo? —ahora preguntó Chouji tratando de acercarse al azabache.

No precisamente se olvidaba de una cosa, más bien, recordó que tenía que hacer algo y era necesario que lo hiciera ya mismo, sino quería perder una oportunidad como esa. Temía que al regresar las cosas cambiaran o que ella lo cambiara por alguien más. Era casi imposible eso por la forma de ser de ella, pero no podía descartar eso.

—Sí, se me olvidó el pergamino con la misión detallada en el. Iré a traerlo.

—Demonios, Shika —se quejó suspirando—. Te acompaño.

—No —respondió enseguida haciendo que su amiga dejara de caminar—. Quiero hacerlo solo. Ya vengo.

—Pero que le pasa —miró al castaño—. Chouji ¿Sabes qué tiene? —el Akimichi solo levantó los hombros. Y ambos seguían con la vista al moreno.

Lo pensó... lo pensó mucho, incluso lo seguía pensando. No había duda. Deseaba una cosa... Sabía lo que tenía que hacer y no podía esperar más, así que, al saber completamente que sus amigos no lo podían ver, fue rápidamente al lugar donde seguramente la encontraría.

Pasó por tantas cosas que era imposible negar lo que sentía, lo que quería y lo que deseaba. Se había metido tan profundo en su ser que era imposible imaginarse una vida si ella.

Cuando no están de misión ella y su equipo suelen entrenar por la mañana, ya que por la tarde se dedican a realizar sus otras actividades. Siempre era la primera en llegar y esperaba a los otros. 

Llegó a los campos de Konoha, sonrió al verla. Ella estaba sentada al pie del árbol y miraba la flor que tenía en sus manos. Se acercó silenciosamente sin dejar de admirarla y se detuvo a un metro de ella, calmó su respiración lo más rápido posible. 

—Entonces... ¿Nos seguiremos haciendo los locos o empezamos una relación? —preguntó con las manos en los bolsillos. Hubiese querido que fueran otras palabras, unas más románticas y dulces, pero eso fue lo que pudo articular.

Hinata soltó la flor que tenía en las manos y giró la cabeza bruscamente a la dirección de la voz, ni siquiera prestó atención a lo que dijo.

—No quería asustarte —dijo al escucharla suspirar.

—H-hola, Shika...maru-kun —saludó—. ¿Q-qué hace aquí?

—¿Qué dices? 

—¿Eh?

—¿Nos seguiremos haciendo los locos o empezamos una relación? —la miró fijamente.

—¿R-relación? —eso debía ser alguna broma o alucinación, movió su cabeza cerrando los ojos, al abrirlos nuevamente y verlo ahí supuso que no era su imaginación— ¿Por... qué?

—¿Por qué no?

—Pero tú... —murmuró al recordar algo desviando la mirada.

—No estoy con Temari, ella no significa nada para mí y lo sabes —se apresuró a interrumpir acercándose un poco más. Llegó al lado de Hinata y se agachó para quedar frente a ella a la misma altura, eso hizo que la chica se sonroje— ¿Y bien? —insistió.

¿Lo sabía?

— Y-yo... —no sabía que decir, todo estaba pasando muy rápido. Algo debería estar mal, se pellizco suavemente para comprobar si enserio no era su imaginación.

Le causó gracia al ver a la Hyuga pellizcarse la rosada mejilla. Se le ocurrió una idea para ayudarla a ver la realidad. La atrajo agarrándole de la nuca y la besó de manera lenta y tierna, ella solo se quedó quieta aún procesando todo.

—Ahora dime —susurró separándose un poco— Hinata Hyuga —próximamente Nara, pensó para sí— ¿Quieres ser mi novia?

Su rostro estaba completamente rojo, incluso sus orejas quemaban, tenía los ojos muy abiertos, fueron muchas emociones a la vez, así que procedió a desmayarse. Él suspiró, bueno... ya había previsto que algo así pasaría aunque debe admitir que ella demoró más de lo que pensó.

Miraba el cielo mientras pasaban los minutos que le parecieron ser décadas enteras. La vio empezar a abrir los ojos, seguramente ella creería que todo fue un sueño o algo así, así que nuevamente habló.

—Sé mi novia, Hinata —sonó como súplica, no obtener una respuesta hacía que pierda un poco la paciencia y seguridad con la que llegó allí. Cerró los ojos frustrado ¿Y si mejor le proponía que se casara con él? Claro que quería eso, pero primero supuso que sería mejor que empezaran a salir, que todos sepan que estaban juntos y luego recién pensaba en pedirle que se casaran, pero quizá sea mejor decirle ahora para que sepa que quiere algo serio y duradero con ella.

Dejó sus pensamientos a un lado y abrió los ojos al sentir unas cálidas manos agarrando sus mejillas. Vio a Hinata sonriéndole, su corazón empezó a latir más rápido, no quería emocionarse, pero... 

—Yo-yo acep... —ni siquiera terminó de hablar porque Shikamaru ya la estaba besando de nuevo, apenas podía respirar.

—Mujer... no vuelvas a hacerme esperar tanto —expresó dejándola de besar—. Ven —la jaló suavemente para que se ponga de pie.

—¿Eh? Pero yo... —él la miró enarcando una ceja.

—¿Tienes algo que hacer? —quiso saber viendo el espacio donde ella hace minutos atrás solo miraba una flor. 

—S-sí... —susurró bajo desviando la mirada.

—No tienes nada que hacer —afirmó.

Bueno, ella sí tenía cosas que hacer como: desmayarse, suspirar, pensar y gritar si era posible. Todo estaba pasando muy rápido y necesitaba procesarlo mejor, pero debe admitir que estaba feliz, aunque claramente había ciertas cosas que tenían que hablar.

—¿A-a dónde v-vamos? —preguntó mientras trataba de seguirle el paso, ya que el pelinegro caminaba un poco rápido sujetándole la mano. 

—No tengo idea —respondió sin dejar de caminar con una evidente sonrisa en el rostro.


EL INICIO DEL FIN (SHIKAHINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora