Capítulo 1 Instax

23 2 0
                                    


-La vista desde aquí es preciosa- le conté a mi madre desde el móvil.

-Me alegro cielo. Ella... ¿no crees que pasas demasiado tiempo sola por ahí viajando?-me preguntó preocupada.

-Mamá, lo hago porque necesito respirar un poco de todo el caos de Nueva York. Por cierto, aquí no hay mucha cobertura, te dejo.

No le dio tiempo a despedirse, ya que le colgué de inmediato. No me apetecía seguir hablando.

Me describo a mi misma como cabezota, extrovertida e independiente. Me las apaño sola, soy la tercera de cuatro hermanos, me he criado sola. Aunque admito que a veces necesito algo de compañía.

Mientras me sumergía en mis pensamientos un chico con una cámara Instax me llamó la atención. Necesitaba una foto aquí, en la Torre Eiffel con esa cámara y no me iría hasta tenerla.(Lo que decía, soy muy cabezota).

Me dirigí hacia él con paso firme, pensando en qué decirle. 

-Hum, hola ¿podrías hacerme una foto con la cámara?-le pregunté.

-Sí, claro- se le notaba cansado, como si se lo preguntaran todos los días.

Me coloqué junto a la valla a lo alto de la Torre Eiffel y posé hasta que vi el flash de la cámara. Corrí hacia el chico y de la emoción vi caer lentamente la cámara. Se había roto el objetivo y toda la parte del flash. Y había ocurrido todo por mi culpa...

-¿Tú de qué vas?-me gritó enfadado.

-Perdón, no ha sido adrede.

-Baja de aquí y cómprame una cámara-me ordenó. La expresión de su cara daba mucho miedo, era muy distinta a la que yo había visto antes.

-Vale, vale. Pero... la foto está hecha ¿no?-me arrepentí de haber hablado al instante.

-CORRE A COMPRARME OTRA-gritó.

-¡Voy!-corrí lo más rápido que pude.

¿Dónde venderían una Instax a las nueve de la noche en París?

Desbloqueé mi móvil y busqué en Google sitios cercanos donde podrían venderla. Una vez se cargó la página, la tienda más cercana cerraba en... ¡10 minutos! Debía correr si no quería morir.

Tras haber corrido más que en toda mi vida llegué a la tienda y compré la misma cámara que él tenía. Esperaba que el chico siguiera en la torre. 

Cuando llegué a la torre y lo vi a lo lejos me alivié muchísimo. Estoy acostumbrada a tener algún que otro contratiempo con los pasajeros del avión (soy azafata) pero en mi vida personal no suelo tener muchos y menos de este estilo...así que se puede entender que no sé cómo reaccionar a estas situaciones.

-Aquí la tienes-le tendí la bolsa con la cámara en la mano.

-Gracias-dicho esto se despidió dándome unas palmadas en la espalda y se marchó.

Un rato más tarde, después de escribir en el blog, estaba muy cansada. El jet lag me afecta mucho, así que me venía bien dormir. Cogí una de las bicis para alquilar y me fui al hotel.

Unos diez minutos más tarde llegué al hotel, no podía más. Abrí la suite con la tarjeta y me puse el pijama. Cuando me quité la sudadera me di cuenta que tenía algo pegado en la espalda. 

-¿Qué es esto?- pensé en voz alta.

Era un post-it con un número de teléfono y una carita sonriente dibujada. 

No quiero más sorpresas, solamente quiero dormir.

Atrapada en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora