Remordimientos

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Sostenía con delicadeza aquél cuerpo inerte, con impotencia e ira derramadas en su tembloroso cuerpo, acompañado de  sollozos, respuesta de la duda y negación que experimentaba al saber que lo que estaba abrazando había dejado de respirar.

Acarició su cabello mientras sollozaba, dejando escapar lágrimas llenas de pena. Sus manos estaban llenas de aquél líquido rojo, que inundaba el propio aire de ese característico olor metálico que conocía a la perfección.

La tierra seguía girando, pero el mundo imaginario que tenía se había detenido por un largo tiempo.

[...]


Óbito veía a las nubes moverse con lentitud en el cielo. No sabía exactamente cuanto tiempo había pasado; simplemente el cielo se había tornado de un naranja claro.

No estaba completamente seguro de a dónde ir. Se levantó para caminar con lentitud por aquél camino apartado del pasto, mientras la suave brisa veraniega acariciaba su cabello llevándolo de un lado a otro. El clima era extraño; hacía calor pero había un ligero toque de frío en el aire.


Obito no sabía por qué, pero su cuerpo se sentía raramente pesado. Suspiró levemente mientras veía a las nubes moverse. Era relajante si lo veías con calma. Hacía mucho tiempo que no se disponía a caminar, disfrutando del ambiente a su alrededor. De pronto un dolor de cabeza apareció, acompañado de un recuerdo repentino.

—Me gusta ver los árboles menearse. ¡Son como aquellos adornos que cuelgan en las puertas!—

Rin sonrió ante el comentario de Óbito. Y asintió con felicidad.

—¡Es verdad! Me gusta la comparación.— Dijo alegremente mientras se recostaba en el pasto, ahora admirando el atardecer que estaba apareciendo. —Los colores del cielo son hermosos.—

—¡¿Verdad que sí?! Me gusta tanto como el ramen. Es como una comida para los ojos.—

Y entonces Rin no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de Óbito.

El azabache frunció el ceño. Cada vez que tenía aquellos vagos recuerdos se le encogía el corazón... Tal vez si hubiera llegado a tiempo habría salvado a Rin.

En su mente siempre habría espacio para aquella pregunta: "¿Y si ...?" Había tanto espacio para el tal vez y para el hubiera.

Extrañaba tanto a la chica.

Un ligero toque en su hombro lo sacó de su ensimismamiento. Volteó algo sorprendido y vio a Deidara. Su corazón dio un vuelco al verle de nuevo, por lo tanto no pudo evitar sonreír al presenciar nuevamente sus rubios cabellos y sus ojos azulados.

—No pensé que estarías aquí, Tobi.—

—¡Deidara-Senpai!—

A continuación, Tobi ya se encontraba abrazando a Deidara con entusiasmo; mientras Deidara procesaba todo, sorprendido por el toque repentino. Cuando por fin comprendió la situación sus mejillas se encendieron.

— ¡Si no te quitas ahora mismo tendré que mandarte a volar!— gritó avergonzado, aún siendo atrapado cálidamente por los brazos de Tobi.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞𝐥𝐚𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬/𝑻𝒐𝒃𝒊𝑫𝒆𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora