II

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Corría hacia la cafetería, tanto como sus pequeñas patas se lo permitían, dando rápidos brincos para poder llegar hasta esta.

¿Es que acaso esa chica no se moría de hambre? Lo primero que hacía Akko al momento de iniciar su primer descanso era ir hacia el comedor de la academia, dispuesta a llenar su estómago para lograr soportar las siguientes clases que la acecharían. Diana primero decidía atender deberes que parecían ser más importantes que la comida, como ayudar a la profesora Finnelan a llevar unos documentos hasta la oficina de la directora.

Ya casi estaba cerca, ya podía aspirar el delicioso aroma de la comida. Solo unos cuantos brincos más y podría escapar de esa trabajólica Cavendish.

¡Por fi...

Oh no.

De pronto no sintió el piso, dándose cuenta en segundos que estaba levitando en el aire siendo rodeada de un brillo verde, indicio de que alguien estaba usando magia con ella.

–Akko, ya te dije que solo debemos ir a dejar esto y vendremos a almorzar. Creo haberte dicho que te mantuvieras a mi lado, con tu estado actual puedes ocasionar muchos problemas y corres diversos riesgos –Diana, con su varita, la condujo hasta que quedase frente a ella para poder verla a los ojos, regañándola por ser tan imprudente.

Akko hizo un rápido movimiento y antes de que la más alta la dejara posando sobre el piso, se las arregló para dar un brinco y quedar sobre la cabeza de Diana, reposando en esta. Si quería que fuera con ella al menos debería llevarla ella misma. No planeaba seguir dando esos brincos tan cansados que ni siquiera la ayudaban a avanzar con la rapidez que quisiera.

La alumna estrella de Luna Nova suspiro, con cansancio y molestia. Era la tercera vez que ese conejo se subía a su cabeza o a su hombro. Si algo había cambiado en Akko era su energética actitud. Desde que paso aquel incidente (que realmente había sido apenas el dia anterior) esa chica parecía haberse convertido en un conejo holgazán que pretendía que la ojiazul lo llevara cargado encima a cualquier lugar.

Diana se encamino hacia la oficina de la directora, con las hojas que la profesora le había dado para llevárselos a la mayor. Una vez estuvo frente a su puerta, toco dos veces. —Directora, ¿puedo pasar?

Desde adentro se escuchó un "claro, Diana, adelante", oración que dio paso a la aludida, quien, acercándose a la directora, le hizo entrega de los papeles.

—La profesora Finnelan me dijo que le entregara esto

—Ya veo —Los tomó. —Muchas gracias Diana

Finalmente. Ambas salieron de la oficina.

Diana sintió como el pequeño conejo que reposaba sobre su cabeza comenzó a darle golpecitos en la cabeza con una de sus patas, cosa que la hizo soltar un suspiro lleno de resignación y estrés.

—Nos dirigimos ahí, Akko. Si tu tamaño es demasiado pequeño para poder alcanzar a ver el camino y reconocerlo realmente no es por mi culpa, así que por favor, deja de ser impaciente —Una vez dijo eso, sintió como lo golpes se detenían y, de pronto, ver como el pequeño conejo saltaba desde su cabeza hasta el piso, acción en la cual, cuando Akko estaba a centímetros del piso, se dio cuenta de que había cometido un error, consiguiendo un fuerte golpe al caer en el suelo.

Se quejó, quedándose acostada durante algunos segundos mientras sentía el fuerte dolor que inundaba su cabecita, lugar donde recibió el golpe.

Ese pequeño tamaño era un verdadero problema, la dejaba bastante vulnerable y la castaña comenzaba a odiar eso.

—¡Akko! —Sintió como en seguida sus manos la tomaban, cargándola de forma cuidadosa y suave. —¿Estas bien? —Cuestionó, con un tono de voz llenó de preocupación. Realmente no sabia que tan sensible era el cuerpo de Akko en esta transformación y con su pequeño tamaño, bien podría hacerse daño con facilidad. Ante su pregunta, el conejo solo asintió, llevando una de sus patitas hasta su cabeza, sobando de esta. —Akko, no saltes así, puedes lastimarte de forma grave —La reprendió, reanudando su caminar hacia el comedor de la escuela.

Little rabbit Donde viven las historias. Descúbrelo ahora