Si esta historia en general les da cringe, pues que lo siento.
Los pensamientos invadían la cabeza del agente, ante todo la preocupación era la principal.
No habían estado trabajando en mucho, de hecho, había considerado esa una de sus mejores semanas. El hecho de poder irse a casa más temprano y descansar un poco más aliviaba un poco su estrés. Sin embargo, era todo lo contrario en el caso del doctor.
Tenía una apariencia mortífera, mucho más pálido, ojeras marcadas por no dormir. Y no está de más decir que estaba con una actitud mucho, mucho, más insoportable que como de costumbre. Desde kilómetros podía mostrarse el sobrecargado estrés que llevaba.
Pero esto no era todo lo que mantenía pensante al agente, solo quería llegar a una conclusión.
Estaba hambriento de afecto.
No se lo había sacado de la nada. No era tan estúpido como para no notar el comportamiento más extraño de lo normal del azabache. El hecho de que a veces quería que se quedara incluso si ya no tenían nada pendiente, o si a veces lo echaba y le decía que se fuera a casa temprano sin razón alguna. Llegó a tal punto en el que sus acciones eran tan contradictorias que era imposible de no notar.
Durante su tiempo como agente pudo llegar a tener el conocimiento casi exacto del lenguaje corporal de Robotnik. Y también conoce los signos de la soledad, como cualquier hombre entrenado.
Entonces intenta convencerse a sí mismo de que no debería estar tan nervioso. Si bien aún tiene estos sentimientos y esta atracción amorosa por el azabache, sabe que sus sentimientos jamás serían correspondidos. Incluso si el propio doctor este necesitando algo donde apoyarse, sería temporal. Así que aprendió a vivir con eso, a ignorar su adrenalina cada vez que lo miraba a los ojos, o a tragarse la sequedad de su garganta cada vez que lo acorrala y le habla demasiado cerca. Sabía que Robotnik había confiado en él. Solo él en el mundo. No podía arruinarlo con sus sentimientos. No podía, no debía.
¿Pero realmente así es como termina? ¿Y si no pasa así? El agente no se lo pregunta, pero puede notar como Robotnik se demora a separar su mano cuando Stone le entrega lo que sea que le pidió. Cuando empezó a tomarlo de los hombros cuando lo acorralaba. Pero cuando empezó a dejar de usar los guantes tan constantemente en el laboratorio, ese fue su pase.
Tacto.
Sería mucho más fácil si se tratara de cualquier otro problema que no sea la falta de contacto. Preferiría quedarse ciego antes que convencer al doctor de que necesita un abrazo. No quería afrontarse a los hechos. No quería arriesgarse porque sabía que podía perderlo todo.
Suspiro mirando vagamente su propio reflejo en el mostrador. Tal vez solo estaba pensando disparates. Nada de esto era necesario. Todo estaba bien, si el azabache tenía un problema pues tal vez podría resolverlo él mismo.
Realmente quería hacerlo, quería darle un abrazo, se lo merecía.
Ojalá pasará.
Pero hoy no, hoy iba a, de nuevo, hacerse el disimulado.
Tomo la taza con espresso lista para colocarle la leche hervida. Volvió a su sonrisa de antes, tenía que volver a verlo.
Tomo la taza con cuidado para ponerla sobre un plato pequeño, así llevándola con su superior. Abriendo la puerta con el antebrazo, dejando que se cerrará detrás de él.
Dio un último pequeño suspiro mirando hacia abajo antes de volver a su actitud entusiasta fingida. Dejó la taza sobre la mesa antes de ver al azabache, que se encontraba de espaldas mirando a la gran pantalla.
—Buenos días, doctor. Dejé su café en la mesa. —Dijo de manera honorable.
—Si claro... —Responde Ivo sin fuerzas, concentrado más en la pantalla, parece realmente ocupado. — ...Puedes irte. —Dice mientras frunce los ojos con fuerza al estar expuestos a tan cercana luz.
—Doctor, lamento si lo molesto, pero ¿Esta todo en orden? —Pregunta con miedo, sintiendo como su respiración se vuelve más pesada. —Estos días ha estado algo... susceptible. —Se atreve a decir aun cuando se dijo que no.
El azabache rodea los ojos y se voltea para mirar frente a frente al agente. El cual se asustó por el aspecto del contrario.
Y este abre la boca para hablar, pero no sale nada. Al parecer las fuerzas se le habían acabado.
Entonces intenta acercarse, tropezándose con su propia gabardina en el proceso. Ahora está a un paso menos de Stone. Sonríe con molestia.
—Stone —Logra llamar débilmente, pero siempre con su tono de hartazgo. —Realmente no entiendo cómo puedes ser tan... —Entonces ahí intenta dar el último paso, pero tropieza.
Y ahora el mismo agente que estaba a punto de ser regañado, siente el peso del cuerpo mortífero de Robotnik casi deslizando sobre él para terminar en el piso. Siente vago intento de agarre de Robotnik, eso no iba a ser suficiente como para evitar que se cayera. Sus piernas estaban casi en el piso.
Entonces lo sostiene con fuerza, sintiendo su piel suave a través de su ropa. Para un hombre que siempre mantuvo la cabeza en alto solo para afirmar su genio superior en esa habitación, este en realidad se escondió en lo que Stone solo podría describir como...
Un abrazo.
No era uno formal, pero técnicamente, se estaban abrazando, basándose en la forma de como estaban posicionados.
Gracias a su casi-caída, la cabeza del azabache ahora había quedado en el hombro del contrario.
Podrían haberse separado.
Pero no lo hicieron.
Se quedaron así, cada vez más tiempo.
Calor.
Tocar.
La cercanía de alguien más.
Todo lo que Stone pudo hacer fue quedarse en un total silencio, temiendo hacer algo más. Dándole palmaditas en la espalda y permaneciendo allí durante casi 5 minutos.
Y en todo su esplendor tolerante, es más rojo que los LED que recubren el laboratorio.
Le hizo gracia haber deseado que eso pasara momentos antes de que en realidad pasará. Soltó una pequeña risa silenciosa, pero Ivo, que aún no había dicho nada, pudo sentirla. Entonces se separa, reacomodando su posición.
Stone recuerda en lo que estaba. Toma un momento para aclarar su garganta. —Lo lamento doctor, ¿Se encuentra bien? —Pregunta como si nada.
—¿Te estas riendo de mí?
—¿Por qué me estaría riendo de usted? Yo-
—Es porque probablemente sabes que estoy necesitado de afecto, que realmente quería eso. Y que, aunque fue un accidente de mi parte, no puedo denominarlo realmente como uno. Y te burlas porque crees que soy un idiota que no sabe pedir un abrazo ¿verdad? —Comienza a argumentar molesto, pero demostrando que recupero más energía.
Stone sonríe comprensivamente. —Señor, nunca pensé algo como eso. Comprendo su situación. —Dijo acercándose. —No se preocupe, estaré aquí para apoyarlo... si me lo permite. —Expresó envolviéndolo en un nuevo abrazo, esta vez más cómodo, del que Ivo no se separó.
No podía ocultarlo, estaba sumamente nervioso. Pero aliviado de que el azabache le permitiera abrazarlo. Sintió la no tan agradable ansiedad y emoción que conllevaba.
—Si lo comprobaras, estoy seguro de que tu presión arterial esta por las nubes. —Afirmo Ivo mientras miraba a la taza que el agente le dejo en la mesa antes.
Soltó un suspiro en forma de risa mientras ahora su cabeza era la que se encontraba en el hombro del contrario. —Lo siento, doctor. —Por su manera de pronunciar, el azabache pudo saber estaba contento.
—Y agente —, le llamó por última vez. —La próxima vez, no dejes que la situación empeore tanto antes de acercarte. Necesitamos continuar laborando de manera estable. —Pronunció finalmente antes de seguir en su posición.
Esa noche, Ivo durmió como nunca lo había podido haber hecho durante las últimas semanas.