Los Ritos: (Luminiscente)

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II

LUMINISCENTE

Veía luces semicirculares de color rojo rodeándome y telas de color negro, levitando de manera estática cuando miraba hacia arriba...

Infiernos; Oh! magistral todopoderoso, magnifico todopoderoso. Dedicamos nuestras palabras y ofrendas a tus favores.

Luego escuchaba a lo lejos aquellas palabras que no entendía y el tono de voz que escuchaba no se me hacía conocido, no puedo recordar si fue un sueño o parte de la realidad.

Señor Diego

Señor Diego

¡Papá!

Volví a la consciencia completa al escuchar a mi hija, y trate de moverme pero no pude y quede sentando.

— ¡Papá estas bien! —Dice mi hija mientras me abraza.

— ¿Dónde estoy? —Pregunte al mirar hacia delante y solo observar una blanca pared.

—Estás en la clínica —, responde mi esposa y yo me gire hacia ella para verla a la cara.

— ¿Cómo llegue aquí? —Seguí indagando desconcertado.

—Te desmayaste en la alcaldía, comenzaste a decir que te dolía la cabeza y te derrumbaste al enterarte... —no término esa frase y se perdió en sus pensamientos—, eso dijo el detective Fernández cuando te trajo aquí y luego me aviso lo sucedido.

—No recuerdo haber dicho nada de eso. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? —Pregunte sin recordar nada de lo que dice Margarita que pasó.

—No más de quince minutos —, replica mi esposa e inmediatamente entra un doctor.

—Ha despertado señor Laurent, un gusto soy Albert Eneli el doctor que le ha atendido —. Tiene el mismo nombre que el subdirector del cuerpo forense lo que me parece curioso, además su rostro es similar, más bien diría que solo le diferencian el cabello y la musculatura.

— ¿Es familiar del forense que lleva el mismo nombre? —Pregunte por el nombre y su similitud facial.

—Diego, Diego amor estás bien —, gritó mi esposa sin razón alguna, pues me siento bien.

Despierto y estoy en hoyo lleno de agua que inmediatamente se convierte en sangre y ratones comienzan a flotar en ella. Intento nadar, pero empiezo a sentirme ahogado—. ¡Ayuda! ¡Ayuda! — Grite por tiempo indefinido. Hasta que vuelvo a escuchar la voz de mi esposa.

— ¡Doctor está despertando! —Oigo a mi esposa decir a lo lejos y abrí los ojos.

— ¿¡Porque estoy en este pozo!? —Es lo primero que digo al abrir los ojos.

— ¿Qué pozo Diego? —Escucho a Fareli responderme pero no lo veo hasta que volteo a la izquierda y están mirándome expectantes él, Margarita y mi hija.

— Yo, el pozo, la sangre, las ratas—, balbucee sin sentido, nervioso y aterrado, sin saber dónde estaba.

— ¡Cálmate papá! —Me pide mi hija y luego me abraza.

— ¿Aun estoy en el hospital? —Le pregunte a Margarita.

— Sí, mi amor—, hace una pausa y luego me besa la frente—, nos diste un gran susto, despertaste y cuando llego el doctor Seleni y se presentó ante ti le dijiste que se llamaba igual al subdirector del cuerpo forense Albert Eneli, también le preguntaste si era familia de ese hombre que mencionaste, después comenzaste a delirar y a convulsionar—. Volvió a hacer una pausa y sus ojos se perdieron por unos segundos pero volvió a hablar—, y ahora preguntas por un pozo, sangre y ratas—, no pudo seguir hablando pues salió de la habitación llorado, mi hija no salió junto a ella pero tampoco la vi ahí, solo esta Fareli frente a mí y no entiendo nada.

Los Samaritanos de Satán. ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora