Capitulo 1

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Era una noche fría, de esas noches en donde ni la piel del tigre más fino del mundo, era capaz de abrigarte, ni el abrigo más cálido calmarte.

El frío era insoportable. La brisa del viento movía las ramas secas de los arboles, golpeando las ventanas a su paso. La gotas de lluvia caían a cántaros provocando fuertes estruendos al impactar contra el suelo y tejados; Y aun así con todo ese escándalo... El podrá encontrarte.

Una pequeña niña corría por uno de los pasillos de aquel terrorífico castillo. Sus pies descalzos, dolían sin parar: pues era de esperarse, pues la niña corría a toda velocidad, o la que ella podía llegar. Sus ojitos poco a poco empezaron a cristalizarse por las lagrimas, que no se hicieron esperar; Pues el miedo y el pánico, más los pulmones alborotados, eran una perfecta combinación para que ellas salieran a refutar. No es ni de más, la presencia de esa criatura se podía sentir en todo el castillo. Tras su espalda se podía sentir aquella penetrante mirada.

La respiración de la pequeña era fuerte, su garganta se secaba a cada paso que daba. Todo a su alrededor era penumbra, oscuridad. Las velas de aquel castillo habían sido apagas por la brisa descomunal.

«Por favor, ya basta. ¡Dejadme en paz!. « La pequeña gritaba con desesperación, mientras aún corría por los pasillos. Pero, ya era demasiado tarde: El mal ya estaba hecho.

¿Su pecado?. La desobediencia.

«No volveré. Lo juro. ¡Dejadme ir en paz!.«

La pequeña, descalza, con mucho esfuerzo logro salir del castillo. Sus pies al estar desnudos se percataron de lo helada que estaba la lluvia, pues al estar descalza, resbalo en el gran charco que se formaba al inicio de las escaleras del gran castillo. El impacto hubiera sido brutal, sino hubiera puesto sus manos en la cara. Con el dolor en sus rodillas y abdomen, se paro como pudo y volvió a correr a dirección del bosque, de donde ella había provenido: pues detrás de este, se encontraba el pequeño pueblo Hills . Donde tenían la gran regla de: Nunca entrar, al gran castillo de Blaze.

Los pies le ardían a más no poder, casi podría jurar que le empezaban a sangrar.

Ramas, raíces y abundante barro le impedían el caminar. La pequeña en desesperación ya no sabía que hacer, estaba aterrada, lastimada y con mucho frío.

Ella corría, pero sentía que la presencia no desaparecía... es más, cada vez se sentí más y más cerca. Su piel mojada ya no sabía si estaba con escalofríos por la abundante lluvia o por aquel ente que la perseguía.

Una respiración.

Un soplido.

Un agarre y una....

— ¡MORDIDA!. —

— ¡AAHG!. —

Un gran grito y una fuerte queja, fue dada por tres jovencitas, que no aparentaban ni más ni menos, que seis años. Estas se encontraban recostadas en aquella enorme cama, cubierta de hermosas sábanas de terciopelo, y a unos cuantos pasos, se encontraba una chimenea que les brindaba calidez, en esa noche tan lluviosa.

— ¡Señorita Aquilina!. — Una de las jovencitas ahí presentes dio una queja. — se quejaba sin fin. — Eso fue muy aterrador. ¿No lo crees Nelly. —

— ¡Sí!, Cami tiene razón, esa historia estuvo muy aterradora. — La preciosa lady de ojos rubí, también empezaba a unirse a la pequeña queja.

— Oh mis niñas, yo solo hice caso a sus peticiones mi pequeñas señoras. Ustedes pidieron un historia de terror y yo se las conté. — Decía en intento de excusa la señorita Schiller.

𝒴ℴ𝓊𝓻 ℬ𝓁ℴℴ𝒹 𝒾𝓈 ℳ𝒾𝓃ℯ.  // 𝐴𝑥𝑒𝑙 𝔂 𝐶𝑒𝑙𝑖𝑎 // Donde viven las historias. Descúbrelo ahora