𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 4

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La noche cayó y con ella la temperatura; sin embargo, en esa grandiosa habitación, la temperatura solo subía y subía, volviéndola cálida.

Dos cuerpos, dos respiraciones Y dos bocas. Pero, solo una mente confusa y abrumada. 

La azulina podía sentir sus latidos sobresalir de su caja torácica. Ella quería separarse. Alejarse. Huir. «Es un desconocido. Oh, Dios mío ¿Qué estoy haciendo?». Esos eran los pensamientos que habitaban en la mente de la señorita. Su razonamiento estaba nublado, su razonamiento no existía en este momento.

«¿Por qué me siento tan bien?... ».  

Su mente y su cuerpo, tenían distintos intereses; El cuerpo se sentía liviano, relajado. Estaba sumergido por la danza hipnotizante de sus labios. Su cuerpo no acataba lo que ordenaba su mente, no quería alejarse de la brecha que ambos cuerpos habían formado. Solo se dejaba llevar por esos cálidos labios.

«Es suave. Sus labios son tan suaves. El dulce vaivén de nuestros labios me tiene adormecida... Él es muy... dócil.» 

El dulce cuerpo de la chica, se estremecía por cada toque que le brindaba el joven peli-blanco. Sus grandes y delicadas manos aprisionaron su pequeña cintura. Sus caricias empezaron lentas y suaves. Recorrían su cintura como si ella se fuese a romper, como si ella fuese de cristal, la tentaba con gentileza. Le brindaba confianza ante su toque. 

– No te haré daño. – La gruesa voz del joven inundo los oídos de la chica, enviando un escalofrío por todo su ser. – No a ti. – La voz aterciopelada nuevamente envío una corriente eléctrica, y con los pelos de punta, recordó donde estaba y con quien estaba... 

«Es el castillo de Blaze...  él... él es real...« 

Un suave chasquido inundó la habitación. Él dio el último beso.

Los ojos de la linda joven a pesar de estar cerrados, ella podría jurar que si los abría, lo único que vería sería borroso, todo a su alrededor se volvería blanco, nublado. Sus frentes estaban juntas, sus respiraciones chocaban entre sí. Sus labios rozaban por cada respiración. La joven paso saliva, y solo así se dio cuenta que su garganta estaba seca. « 

– ¿Por qué tardaste tanto? –

Más que una pregunta, sonó como una suplica. Su voz varonil dilato más los sentidos de la chica, sin embargo, lo que hizo que ella abriera sus ojos fue la pregunta. La curiosidad en ella estalló. 

– ¿Quien eres? – La preciosa chica abrió lentamente sus ojos. Encontrándose con una imagen fuera de su realidad. Aquel hombre que hace unos momentos estaba dormido, ahora lo tenía a centímetros de su rostro y la belleza del chico era irreal. Piel acaramelada, largas y hermosas pestañas negras. Una nariz pequeña y respingada. Sus cejas finamente blanquecinas. Ojos profundamente negros. La noche claramente se podía ver en ellos. Y ni hablar de sus labios, pequeños pero regordetes, no solo se veían apetecibles. Lo eran. Finalmente después de admirar el rostro que juró que jamas se cansaría de ver volvió a mirar atentamente los ojos oscuros.

Es la primera vez que veía unos ojos tan profundos. El color de la noche. Eran del color de un cielo sin estrellas. Cualquiera que los mirase, diría que son sombríos y feroces. Claro, cualquiera... Afortunadamente ella no era Cualquiera.

«Son cálidos. Son... muy hermosos».

Ella miraba hipnotizada sus ojos, automáticamente su mano se movió sola, directo hacía la mejilla del joven. Este inmediatamente ante su toque, dejo caer levemente su rostro a la mano de la chica, así como un gato pidiendo ser mimado.

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2022 ⏰

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𝒴ℴ𝓊𝓻 ℬ𝓁ℴℴ𝒹 𝒾𝓈 ℳ𝒾𝓃ℯ.  // 𝐴𝑥𝑒𝑙 𝔂 𝐶𝑒𝑙𝑖𝑎 // Donde viven las historias. Descúbrelo ahora