𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 3

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Grandes árboles cubrían su alrededor. El cielo estrellado era lo único que resaltaba en ese sitió. A pesar de todo...

La vista era hermosa.

Una ráfaga de viento paso repentinamente, removiendo su azulino cabello ondulado. Nerviosa, tomo el mechón intruso que se poso en su cara y lo acomodo tras su oreja.

El vaho salió suavemente de sus labios al suspirar.

" los habitantes del pueblo tienen estrictamente prohibido ir al castillo de Blaze... "

" la criatura de Blaze no tiene piedad ante nadie, te atacara en cuanto solo pises la entrada... "

" Te succionara hasta dejarte sin sangre. "

Son mitos... Recuerda... son solo mitos. Estoy a nada de la entrada y aún respiro. —

La joven con cara obvia, se tranquilizaba a sí misma tras recordar aquellos rumores que escuchaba cuando era niña, incluso hasta ahora, los rumores se seguían escuchando. Si hay algo de que temer, es en los animales que habitaban en el bosque...

Ó eso se planteaba ella.

– Señor Hills... se encontró otro... otro cuerpo en las orillas del río – 

– Celia, sube a tu habitación, por ahora, esto no termina aquí. – 

El recuerdo de hace 3 días llegó a su mente... 

Estaban en el despacho de su padre. Nuevamente la habían descubierto en su escapada al bosque.

Su padre le dirigía una mirada gélida mientras la sermoneaba.

— Tu comportamiento es inaceptable e infantil, Celia. Ya no eres una niña.

Su voz gruesa e imponente, era algo que intimidaba mucho a la joven, pero eso era cuando era una niña. Ahora, le parecía: exagerada y hostil.

Ultimamente esas sesiones se habían vuelto una rutina; cansada y aburrida.
La joven en todo momento nunca le quitaba la mirada a su padre, desafiandolo.

Tenia que sacar provecho de algo, y eso era sacar de sus casillas a su viejo y obstinado padre.

— ¡Celia! — El severo llamado de atención de su padre, se fue interrumpido, cuando de la nada ingreso apresurado, Uno de los cadetes a caballeros. El mejor de todos hasta ahora. Mark Evans, dio una entrada sorpresiva al despacho. La confianza es una virtud en él.  

La joven con una sonrisa arrogante salió del despacho, con una reverencia a su padre y salió.

Gracias. — fue lo que le susurró al caballero al cerrar la puerta, solo camino tres pasos, y un suspiro de alivio fue lo que salió de su ser. Recargada en la pared con la mirada perdida en el techo, escucho:

– Siguen siendo las mismas características, su majestad. Lo que son la espalda y pecho, están desgarrados y una profunda herida en el cuello. Mis hombres no pudieron evitar los ascos y vomitaron tan solo ver la escena. – 

– Jesus, ¿No hay indicios de que fuera algún animal?  –

– Con todo respeto señor, lo que esta haya fuera, no es ningún animal.  he visto muchas  heridas y ataques de animales salvajes y ninguna se compara con esas heridas. En lo que a mi respecta, el toque de queda deberá restablecerse. –

Mientras la joven daba sigilosos pasos hacia la entrada. Un escalofrío vago por su espina dorsal. Nerviosa dio una respiración profunda mientras subía sus manos a su pecho y arrugaba el inicio de su capa.

𝒴ℴ𝓊𝓻 ℬ𝓁ℴℴ𝒹 𝒾𝓈 ℳ𝒾𝓃ℯ.  // 𝐴𝑥𝑒𝑙 𝔂 𝐶𝑒𝑙𝑖𝑎 // Donde viven las historias. Descúbrelo ahora