𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 2

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12 años después...

— ¡Señorita Hills!, ¡Señorita Hills!. —

Una joven dama  buscaba apresuradamente entre los inmensos pasillos de aquel gran palacio.

— Ha... — un largo suspiro de claro gesto de resignación, no se hizo esperar. — Lo volvió hacer. —

— ¡Aurelia!, ¡¿Qué estás haciendo?!, ¡¿Donde está la Señorita Hills?!. — Otra dama apareció apresurada.

— Eso mismo me quiero, preguntar yo, dama Silvia. — dijo mirando el cielo esperanzada de encontrar alguna respuesta o señal.

— Se volvió a escapar ¿cierto?. — respondió la dama semi- peli-verde.

— Es la sexta vez en esta semana.— expresó la castaña, con tono de cansancio.

—¿Ahora que excusa debo darle al duque LaChance?. — dijo asustada la dama llamada Silvia.

Ambas damas, se miraron con cara de angustia. 

Por otro lado...

Celia

— Quédate quieto Snow, o nos descubrirán. — susurré lo más bajo posible. Puesto que me encontraba escondida en unos de los pasillos secretos del palacio.

Ha, suspiré. ¿Es que acaso no se cansa?. Es la sexta vez que lo evitó y nada que se rinde.

Desde que cumplí dieciocho años, no ha parado de mandarme cartas e invitaciones, tratando de acortejarme y así poder salir conmigo. Ni loca. Aún me sorprende que le agrade a mi hermano, sabiendo lo sobre-protector que es conmigo, aun no olvido sus palabras.

"Celia recuerda que debes tratar bien al Barón LaChance. Es un buen tipo. Deberías darle una oportunidad. Por el bien de la familia."

¡Dios!. ¡Que fastidioso!

Fijé mi vista nuevamente en mis damas, verificando si ya se habían ido. En efecto, ya se habían marchado.

¡Perfecto!, es mi oportunidad.

Coloque bien mi capucha de mi capa roja y salí sigilosamente del palacio por la parte de atrás; Tomando dirección hacía el bosque.

Mmm. Sonreí al sentir la suave y fría brisa que provenía del bosque. Pronto nevera y no podría estar más que feliz. Perfecto clima para poder leer tranquilamente. La época de invierno siempre será mi favorita. Abrace el libro que traía contra mi pecho y me adentre al bosque junto con Snow.

Vamos pequeño. — lo llamé.

Es algo absurdo llamar pequeño, aún animal que podría pesar más de doscientos kilos y que fácilmente podría rebasarme si se postrara en sus dos patas. Pero igual, no me importa, siempre será mi bebé. Su hermoso pelaje lo hacia camuflajear entre la nieve.

Mis botines azules se sumergían en la fría nieve a cada paso que daba, casi llegando a tapar mis pantorrillas, casi. Un gran suspiro de satisfacción salió de mi boca al sentir como Snow, con la punta de su nariz tocaba mi mano. Esto siempre lo hace cuando quiere que me suba a su lomo. Acaricie su cabeza cariñosamente, el gustoso se dejo acariciar y  se poso enfrente de mi e hizo que subiera a su lomo. 

𝒴ℴ𝓊𝓻 ℬ𝓁ℴℴ𝒹 𝒾𝓈 ℳ𝒾𝓃ℯ.  // 𝐴𝑥𝑒𝑙 𝔂 𝐶𝑒𝑙𝑖𝑎 // Donde viven las historias. Descúbrelo ahora