El gusto es nuestro

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La palabra, la voz, la melodía, poniéndole al amor banda sonora...

Disclaimer. El primer "qué hubiera pasado si..."

Ana observó a su marido entrar en la habitación. Eran cerca de las dos de la madrugada. Aún en la relativa penumbra y a varios metros de ella, alcanzó a distinguir el gesto de frustración en su rostro. Estaba cansado. Sus pómulos se veían caídos, el ceño fruncido... Se movía entre sus cajones; seguro estaría buscando un pijama limpio.

—¿Cómo os fue? —Dejó momentáneamente el punto de cruz en el que trabajaba para dedicarle más atención. Víctor la miró, encogiéndose de hombros.

—Lo mismo de siempre. Sigue sin decidirse.

—¿Qué excusa ha puesto esta vez?

—Que no sabe si le conviene a su carrera.

La castaña no pudo disimular una risita. Sin duda, si algo sabía Joaquín Sabina era escaparse por la tangente de la manera más burda posible.

—Víctor, es obvio que al flaco no le interesa la gira. ¿Por qué no os vais tú, Miguel y Juan? Igual tendríais mucho éxito.

El pelinegro terminó de calzarse la camisa básica, frotándose el rostro en un gesto de rotundo cansancio. Ana no pudo evitar que la ternura le aflorase del pecho. A sus casi cincuenta años, parecía un niño con sueño. Sus miradas se encontraron de nuevo, y entonces ella le abrió los brazos para que la acompañase en el lecho. Totalmente dispuesto, Víctor tomó su lugar en la cama con un suspiro, mientras Ana se acercaba a abrazarlo. Una sensación de confort recorrió el cuerpo del asturiano en cuanto se vio cubierto por los brazos de su esposa.

A veces se olvidaba de lo afortunado que se sentía por tener a aquella mujer de compañera, pero la vida se encargaba de recordárselo inmediatamente.

—No te desanimes, mi amor —le dijo, acariciando el remolinillo que se le formaba en el nacimiento del cabello —. Encontraréis una manera de sacar la gira adelante. Es una muy buena idea como para dejarla pasar.

—Supongo —murmuró él. En verdad estaba agotado.

A principios de año, Víctor había convocado a sus tres amigos para proponerles una idea que llevaba gestándose desde el concierto multitudinario de Mucho más que dos. Siempre había considerado que el formato de varios invitados funcionaba muy bien, y creía que la fórmula podría ser una puesta en escena innovadora, del agrado del público. Los cuatro se llevaban bien, tenían un repertorio capaz de complementarse entre sí, y sobre todo, eran muy comprometidos con el trabajo; sin embargo, llevaban semanas discutiendo los pormenores de una gira que aunque prometía, Joaquín no terminaba de ver.

—Bueno, pronto llegaréis a un arreglo entre todos. Volverán mañana a casa para ello, ¿cierto? —El asturiano asintió.

Ana, consciente de que Víctor no le pediría mimos por sí mismo, tomó la iniciativa: pasó los brazos por encima de su pecho y le instó a recostarse sobre su clavícula. Su marido se acomodó felizmente, mientras ella dejaba imperceptibles caricias en su piel.

—Entonces, tendré que comprar otra botella de whisky. Los cosacos nos están dejando sin provisiones.

—Gracias por echarme una mano, cariño —murmuró él, aunque sin separarse apenas de la posición en la que se encontraban. Aquel era un día en que necesitaba sentirla cerca —. Es que ya sabes, con la producción del nuevo disco, el cierre de gira con Pablo, la música de tu película, y esto...

—Nada. Con que me dejes escrita la lista de la compra, no deberíamos de tener problema —Ana le sonrió —. Eso sí, necesitarás de un huequecito para prepararles la merienda al club de trova. Si lo hago yo, tendríais que conformaros con pasta o huevos fritos.

Relatos de una pareja provisional.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora