Es lo que hace un caballero [Willgan Au']

II

Fargan salió muy temprano cómo lo había prometido, la noche anterior dio detalles e informó todo lo necesario y bueno, si era sincero consigo mismo hubiera preferido salir más tarde, pues algo de energía comenzó a faltarle,  sentía aquellas miradas con intenciones de matarlo, no podía moverse y además tenía bastante frío, tampoco sabía dónde estaba su caballo, en definitiva iba a morir.

Pero ¿Cómo llegó a esa situación?.

El sol resplandeciente que ascendía entre las lejanas colinas le dio alerta, con algo de pereza despertó y tomó todos los materiales necesarios que decidió llevar, pronto salió de su habitación y fue directo hacia el establo en la parte trasera, buscó a su caballo, colocó la montura ideal y enseguida se montó, el sol ascendió sólo un poco desde su preparación, por lo general tenía un horario estricto cuando debía serlo, bueno, por lo general era de aquella manera, siempre y cuando no bebiera de más una noche anterior.

Marcó una ruta que consideró ideal para buscar adecuadamente a los mercenarios, se concentró en más allá de los alrededores del reino, su plan era buscar la fuente o el escondite de aquellas personas que iban en contra de la leyes básicas, para ser sincero ya estaba lleno de odio por perturbar la paz de su Rey.

Su primera ruta estaba dentro de un frondoso bosque, llegó a el mismo cerca al medio día, estaba consciente de los peligros dentro del mismo, aunque podría ser el perfecto escondite para una banda de mercenarios, mientras el caballo avanzaba a trote, Fargan sólo fantaseaba con la idea de atraparlos y sacarles toda la información posible, también el reconocimiento que recibiría en un futuro, los planes que tenía, más títulos a su nombre, pues en esta época, el tener renombre era muy importante, en definitiva valía más alguien que era un defensor del Rey, que un granjero que aporte grandes cantidades de alimentos; pero las leyes siempre eran tan caprichosas y la iglesia también jugaba un papel importante, una idea distinta sobre el gobierno actual, aunque por ahora el Rey absolutista aún limitaba las acciones de la propia iglesia.

Fargan aunque aún mantenía un estima muy alto en su Rey, tomándolo cómo el ser más poderoso, creía fielmente en las normas y reglas de la iglesia, las historias que relataban los más fieles creyentes solían ser atrayentes, así que cada vez existían más fieles devotos, mientras aquellas creencias no superen la alta posición del Rey eran permitidas. Entre aquellos pensamientos y ensoñaciones escuchó el crujir de unas ramas.

Se puso alerta y colocó una mano sobre la empuñadura de su espada, listo para retirarla de la elegante vaina, apenas alguien se le acerque, entonces ordenó a su caballo ir un poco más lento, sólo para oír una vez más cualquier sonido proveniente del lugar, si sus especulaciones eran correctas podría atrapar alguno que otro mercenario.

Pero ahora todo era un completo silencio, observó en distintas direcciones tomando detalle de dónde se encontraba exactamente; pero al no haber otra respuesta soltó un suspiro y retiró la mano de su empuñadura, fue un grave error ya que de repente recibió una patada en sus costillas, logrando que cayera de su caballo, intentó reaccionar al instante y sólo vio cómo su caballo fue robado por un encapuchado, se levantó para perseguirlo; pero nuevamente fue detenido, una espada se posó en su cuello y lo detuvo, si avanzaba un poco era su fin, detrás suyo había alguien que en tono arrogante le hizo una pregunta.

—¿Niño rico? ¿Qué haría alguien cómo tú en un bosque así?.— En vez de provocarle más miedo, sólo terminó molesto, había dejado de lado su riqueza sólo para ser un honorable caballero, además de ser el favorito del Rey, que lo traten así era denigrante.

—Hmm yo creo que es algo más.— Escuchó otra voz; pero este no tardó en acercarse y tomarlo del mentón, Fargan simplemente observó al bandido, no había ningún rasgo distintivo —Tengo una idea, llevémoslo con nuestro líder y podríamos mandar una amenaza al Rey, ¿Cuánto darían por su cabeza?.— En algún momento se sintió honrado por saber que al menos uno de ellos lo conocía; pero no era momento para eso.