Capitulo Tres.

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Atravez de los árboles del bosque Oscuro, en las profundidades de este; se puede observar una gran mansión encerrada dentro de grandes paredes blancas y un portón de igual tamaño que estás, siendo resguardada por dos hombres con M16, cada uno.Un camino de piedras pulidas que rodea una fuente de agua decorada con rosas rojas y blancas; un Mercedes Benz estacionado enfrente de la escalera qué lleva a la puerta principal de la mansión.

Parados adelante de esta se encuentran cinco hombres con trajes negros—dos en la escalera y los otros tres a lado del
Mercedes—cada uno, bien parados y con rostro serio.





09:00 a.m

Mansión L'enfer

La puerta de madera de la mansión se abrió y un olor fuerte a café amargo, lluvia y bosque; un olor perfecto para un alfa puro de sangre, uno qué encaja perfectamente con el dueño de esa casa.

Sus celeste ojos como el mar, recorren a los cinco hombres enfrente suyo; un alfa, un delta y tres Omegas.Pero no le importo ningún más qué el Omega de pelo blanco, ojos alargados con un pequeño delineado, mandíbula definida y labios color cereza, como un caramelo, un delicioso y jugoso caramelo.

Su rostro podría verse serio por fuera pero por dentro su lobo y el giraban en círculo emocionados, mostrando su panza en modo de sumisión ante su Omega, su Des bonbons. Su olor, su jodido olor le llegó, aspiro disimuladamente; libro viejo cómo los qué leían en el sofá mientras se abrazaban, tierra mojada como la qué se manchanban cuándo iban al bosque pará convertirse en sus lobos. Caramelos, y no cualquiera, son los de fresa.Los que comían cuándo se conocieron.

— Buenos días, señor Hwang.— el delta pelinegro qué está a lado de su Des bonbons subió un escalón más pará estrechar las manos.— Soy Lee Know, soy el encargado de la seguridad de usted y de su familia.— asentí a lo qué dijo y empeze a bajar las escaleras mientras me abrochó mi sacó.— Su guardaespalda privado, quién va estar con ustedes las venticuatro/siete,
es el.— Lee Know lo apunto, apunto mi omega.— Vas a estar en buenas manos señor Hwang.

—Eso ya lo sé.— miré a mi Omega, me di la vuelta y me acerqué a mi Mercedes con todos mis guardaespalda siguiéndome.

—Soy Yang jeongin, señor Hwang.—miré de reojo a jeongin.—escuché con atenciones.— me abrió la puerta de atrás, gire mi cabeza hacía el.—Para llevarnos bien, le pido qué siga estás instrucciones.— asentí.— Uno.— levanto un dedo dejando ver sus tatuajes y en especial ese tatuaje.—Vas a seguir todas las órdenes qué le de, si veo qué su vida está en peligro; dos, si mi presencia se le hace incómoda, me puede pedir que me aleje de usted solo tres metros dónde yo lo tenga en la mira.— me indicó con la cabeza que entrara y lo hice.— y tres, la última y la más importante.— se inclino hacía mí.— nunca se aleje de mi, señor Hwang.











El Hijo de Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora