brutal

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Regulus


Desde que era un niño había soñado con cumplir 17 años, ser mayor de edad y hacer magia donde sea. Tener el mundo a tus pies sin las responsabilidades que llevaba ser un adulto que debe mantener una familia era lo único que quería desde entonces.

Tenía muchos planes para cuando pudiera salir de Hogwarts, viajar solo por Europa era de los más importantes. Estudiar astronomía, escribir un libro tal vez y publicarlo bajo un seudónimo, con ese tipo de cosa aun podía cumplir con lo que un Black tenía que hacer.

Lo que nunca planeó fue que al cumplir 17 años se enamoraría de James Potter y mucho menos que llevaría una relación secreta con él.

Su sexto año estaba lleno de recuerdos mezclados entre James y él encontrándose sin que nadie los viera, besos fugaces y unos más intensos. Tantas primeras veces guardadas en su mente como un tesoro que protegería hasta la muerte.

Recordaba muy bien el llanto por separarse de él por culpa de la graduación de James pero lo superaba la felicidad cuando lograron mantener su noviazgo.

Muchos de sus sueños se acoplaron a la idea de tener a James en su vida. Sus poemas ahora tenían nombre y apellido y su viaje venía con compañero incluido.

Londres muggle era perfecto para tener un departamento secreto, tan pequeño que se podía llamar habitación a secas pero le daba igual porque solo era para ellos dos.

Sus planes y los recuerdos que tenía con James llegaban a él en momentos como ese y se aferraba a ellos para no romperse y continuar corriendo. Como si imaginar una vida con James, tan distinta a la que llevaba le diera la fuerza para no rendirse.

Se supone que sería un trabajo fácil, pero no creyó que La Orden se enteraría. Hace tiempo le había planteado a Barty la posibilidad de que hubiera un informante pero ya era tarde para un "te lo dije".

Sabía que tenía que haber renunciado hace mucho. Irse lejos y no volver era un sueño recurrente. Pero defender al mundo mágico de su exterminio ante las ideas de los muggles era lo que se esperaba de él, era lo que esperaban de un Black.

En teoría, creía fielmente en las palabras de Voldemort, pero no en la práctica. Mancharse las manos no era algo que le gustara, no se sentía orgulloso de las cosas que había hecho durante dos años. Pero no tenía más opciones.

Sentía la respiración agitada, intentó aparecerse pero no llevaba su varita, estaba seguro que la perdió en cuanto vio a su hermano atacando a Avery.

Todo había sido demasiado rápido. Entre maldiciones y contrahechizos, vio como paralizaron a Evan y de no haber sido por el grito de Barty y que lo arrastró con él, ya estaría en el ministerio.

No supo en qué momento él y Barty se habían separado pero esperaba que sus amigos estuvieran bien.

Solo se oían sus propios pasos en ese callejón, como pudo se escondió tras un basurero y trataba de no hacer tanto ruido mientras jalaba el aire por la boca. Todo su cuerpo temblaba, no tenía idea de como saldría de ahí. No tenía su varita y se sentía un completo imbécil por haberla perdido.

Sirius lo había visto, no lo atacó pero pudo ver la decepción en sus ojos.

La adrenalina iba desapareciendo de su cuerpo y el frío de la noche se hacía presente en su piel. No tenía idea de qué camino tomar para buscar su varita y salir de ese escondite era exponerse a que lo encontraran más rápido. Solo tenía que esperar, estaba seguro que pronto lo encontrarían y lo llevarían al ministerio.

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