𝑃𝑜𝑟 𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑉𝑎𝑦𝑎𝑠 𝑌𝑜 𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝐼𝑟𝑒́ ♡𝙰𝚍𝚊́𝚗 𝚇 𝙴𝚟𝚊♡

♡ 𝑃𝑜𝑟 𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑉𝑎𝑦𝑎𝑠 𝑌𝑜 𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝐼𝑟𝑒́ ♡

El exterior del Jardín del Edén era un lugar desconocido para ellos dos como los primeros y únicos humanos en el ese mundo, pero no era tan malo como uno podría creer que era, la noche estaba cayendo y ambos podían sentarse en una colina para ver el sol cayendo en un atardecer precioso con la compañía del otro, apoyando su cabeza en el hombro de Adán, en el caso de Eva, y apoyando su cabeza en los cabellos suaves de Eva, en el caso de Adán.

Jamás en el Edén, por más que pudieran presumir que tuvieron allí todo para vivir en felices, habían gozado de tanta paz en completa soledad, solamente necesitándose del uno al otro para compartir tal sentimiento hermoso de felicidad, y los animales a su alrededor podían sentir ello, por lo que queriendo ser parte de aquel momento que la pareja de esposos estaban compartiendo, empezaron a rodearlos manteniéndose juntos para no pasar frío por la noche que con los minutos luego de que el sol se ocultara se hizo presente.

La pareja también se dió cuenta del cambio de temperatura, pero no les importó mucho al principio, al menos a Adán, ya que Eva pensando en lo que su esposo había dejado por ella, el paraíso que había dejado, se sintió algo triste a pesar de que hace unas horas llegó a llorar de felicidad por no tener que separarse de él al ser expulsada de aquel bello jardín...

–¿Estás feliz por haber venido conmigo, Adán?

La pregunta repentina de Eva no hizo que Adán se exaltará un poco ni nada, se mantuvo en una misma posición para no alejarse de su esposa y la linda sensación que era que esta apoyara su cabeza en su hombro, y si bien iba a responderle, ella hizo otra pregunta seguidamente.

–No conocemos este lugar y los dioses decían que el Edén era el único lugar seguro...¿estás feliz de dejar ese paraíso solo por...mí...?–preguntó Eva con cierta melancolía en su voz.

–Hm...sí, estoy feliz de haberlo dejado–dijo Adán sin alguna duda en su tono.

–Pero te pusiste en peligro...los dos ahora estamos en peligro en este lugar...–dijo Eva con los ojos algo cristalinos y la voz un poco quebrada–tú podías quedarte en aquel hogar para evitarlo...

–Eva, aunque estuviera en el más grande peligro de todo el mundo terrenal y el de los dioses, lo único que quiero hacer es seguirte para que podamos mantenernos juntos–dijo Adán tomando con suavidad una de las manos de su esposa.

La mujer de cabellos brillantes apretó su mano contra la de su esposo, permitiendo así que siguieran tomados de las manos mientras ella levantaba un poco la mirada para dirigirla hacia Adán, quien su su mano libre para acariciarla en la cabeza, sonriéndole sinceramente.

–Tu hogar, Eva, será mi hogar–dijo Adán tomando la mano libre de Eva para poder plantar un pequeño beso en el dorso–por donde tú vayas yo iré a tu lado, te acompañaré en las buenas y en las malas siempre porque ese es mi paraíso, tú eres mi paraíso

No debería sorprenderse, no debería conmoverla hasta las lágrimas, su esposo era así, siempre fue así, desde que la crearon a ella a partir de él, siempre demostró un amor tan grande hacia su persona que cómo no iba ella a amarlo devuelta, y esta resultaba ser la prueba de amor más grande que podría recibir...

Eva soltó unas pequeñas lágrimas antes de devolverle aquella sonrisa a su esposo con un abrazo, del cual al separarse no perdieron la oportunidad de darse un suave beso en los labios que como siempre tenía detrás todo el amor que ambos tenían el uno por el otro.

Se amaban, eso ningún dios, ni con el mayor engaño del mundo podría cambiarlo, romperlo o fracturarlo.

Ambos se levantaron y vieron aquel camino que tendrían que recorrer juntos desde ahora, el camino de ese mundo que lo conocían, pero ambos mantendrían las manos unidas, juntos recorrerían aquel camino manteniendo sus vidas unidas y crearían juntos, para ellos mismos y para el otro un paraíso mucho más grande que el Jardín del Edén a partir de ese gran amor que siempre se tendrían ocurriera lo que ocurriera...