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El odio de la pelinegra fue creciendo más al ver cómo su Madre aceptada al
joven noble pero había decidido matar a su amado ¿Por qué la sangre debía de
importar más?.

Su hermana se la veía feliz, alegre, soñando con un final feliz junto a su amado príncipe.

-Los cuentos de hadas no existen- Afirmó la menor entrando a la habitación.

-Lo dices porque estás celosa- Su tono era juguetón pero inocente.

Aunque la mirada severa de su hermana le dio a comprender que para ella aquel comentario no era para nada divertido.

-Lo lamento- agachó la cabeza.

-¿Por qué tu si has de poder amar?-

-Me enamoré de la persona correcta- Afirmó.

-Yo también y aún así lo mandaron a la horca, por tu culpa.

Aseguro mientras tomaba con la punta de sus dedos su vestido para salir de
aquel lugar, sin oír lo que su hermana deseaba hablar.

En un momento tan rápido e inesperado, ambas fueron llamadas a los aposentos de su Madre pero no hubo una oportunidad de despedida, ella ya había dado su último suspiro, su despedida y su hasta nunca.

Nuevamente, una lloraba la pérdida de uno de sus padres mientras la otra solo
miraba, analizaba y se llenaba más de odio, de rencor y de ira hacía su
hermana mayor, a quien se le había permitido amar con libertad mientras a ella la habían encarcelado en una jaula para aves.

-Una de las dos deberá ser la siguiente heredera al trono- Afirmó la mano
derecha de su padre.

Quedaron en silencio, no querían competir por algo así, ambas querían el bien para su pueblo, para su gente o eso creía la mayor.

Dentro de su corazón, su hermana ya planeaba matarla, hacerla pagar por el
daño que le había hecho.

Se levantó de forma silenciosa hasta que captó la atención de ambas personas, con una pequeña de triunfo se fue alejando del lugar.

Oscura VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora