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Los tiempos habían cambiado pero no en todos los aspectos, la hermana llena de ira y rencor hacia su propio padre, pudo por fin reunirse con quien tanto amaba, aunque seguía siendo un simple secreto, cada atardecer lo iba a ver a las afueras del bosque, donde las hadas cantaban para ellos, celebrando un amor tan real como aquel, un amor tan real nunca antes visto.

Pero no todo es un cuento de hadas cuando la hermana llena de alegría, paz y cariño, los descubrió escapando juntos al bosque, al seguirlos entendió lo que pasaba. Una inmundicia ante los ojos reales de aquella joven.

La misma noche que regreso al castillo fue interrogada por su madre, a quien no le dio mucha alegría que haya desobedecido lo que su padre alguna vez le había ordenado.

-Eres una princesa y el un plebeyo, tu padre solo te ha estado cuidando- intento razonar con ella.

-Eso no es cierto ¡solo le preocupaba lo que el reino entero piense sobre aquello! ¡No yo! ¡Nunca le he importado yo!- gritó furiosa y el cielo la acompaño en su enojo.

-¡Claro que no! No digas tonterías, tu padre te amaba, como es posible que hables así de el después de todo lo que te ha dado-

-¿Que me ha dado? Una vida en la que no se me permite estar con la persona que más amo, una vida llena de injusticia- pero antes de que la joven pueda acabar de hablar, su madre le había dado una bofetada.

-Yo, lo siento, no quise- Rápidamente de acerco a su hija pero está de alejó a pasos extremadamente veloces hasta su habitación, dónde escribía una carta para su amado plebeyo.

Esa misma noche, sin avisar, el amante de esta muchacha intentó colarse al castillo para pedirle a su amada que se escapen juntos, que no importaría el ser reina pero al menos estarían juntos, felices, sin oscuridad de por medio.

Desafortunadamente, un guardia que hacía vigilancia en otro lado del castillo, se había olvidado una vela para encender su candelabro así que al querer cortar camino, descubrió a un sigiloso joven que parecía intentar caminar por los pasillos del castillo sin hacer ruido alguno.

El guardia sin pensarlo dos veces, corrió a dónde se encontraba el muchacho y utilizando sus tácticas de lucha que había aprendido en la academia para convertirse en guardia real, logró derrumbarlo sin problema alguno y esposarlo antes de que intentase escapar.

Lo que hizo a continuación fue avisarle a sus compañeros que había atrapado a un joven que había intentado colarse en el castillo. Quienes inmediatamente le avisaron a la reina sobre la situación.

Ésta, cansada de todo lo que había ocurrido al respecto, dió la orden de que a primera hora del día, el joven hijo del panadero, quien sabía que amaba a su preciada hija, debería conocer.

Oscura VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora