Capítulo III

7 0 0
                                    

Si alguien hubiese escrito mi destino, creo que realmente me jodió.

Si alguien escribió el nuestro al igual solo lo hizo a mí.

Escrito esto en mi diario lo cerré, lo metí en mi mochila al igual que mi ordenador, un estuche fino de color negro para poder escribir en el diario o en la carpeta del informe en el cual, seguías siendo un sujeto, un objetivo llamado "Kim Taehyung" pero ahora, para mí solo eras alguien a quien tenía la suerte de observar, porque eso era para mí verte a través de mis cámaras, observar como un alma pura sentía todas las emociones que este mundo repulsivo le puede causar a alguien como tú, teniendo el honor de observarte las veces que quisiera. Era un día especial, ya que según lo que habías dicho el día anterior, te irías a comprar, por la tarde, pintura nueva, pinceles y de paso premios para Tan, a veces quisiese ser ese perro que, viéndolo más a fondo era adorable.

Sabes, mientras te veo elegir que tono de rojo comprar pienso que ha llegado un punto en el que no me reconozco, tal vez sea por tu culpa, por hacerme volver a pensar en mí y en lo que soy, tal vez sea porque estoy abriendo los ojos que tanto tiempo me obligué a mantener cerrados. Espero, desde lo más profundo de mi mente y corazón, que tú sí te reconozcas, porque perderse a uno mismo es lo más difícil que he visto y uno puede llegar a pasar, yo, actualmente, sigo en mi búsqueda. Puedes ser que eche de menos mi yo antiguo, sin preocupaciones externas, pero sé que no debo extrañar una versión que no existe y no volverá a mí, aun rogándole a todas las deidades posibles, porque una nueva versión de mí va apareciendo poco a poco y me da miedo. Hubo una frase que me dijo mi jefe una vez "hay que enfrentar tus miedos para que te lleguen a gustar" y eso estoy haciendo gracias a ti y ver que no soy la única persona que se siente hecho una mierda cada día, pero trata de estar bien mejorando solo, pensando que esa es la única manera, aunque ambos sepamos que no es la única.

La única frase que no soporto de los demás es:

¿Estás bien?

¿Qué se supone que debo contestarle a los demás cuando te preguntan por tu estado mientras tu sientes que lo hacen por obligación, que no les importas de verdad o que tú no sabes cómo te sientes?

Siempre me pregunto eso a mí mismo mientras respondo con un rápido "bien" o "normal", ¿realmente estoy bien? ¿Cómo sé si estoy bien si mí única forma de ser delante de los demás es falsa?

Justamente es lo que me estaba pasando ahora, un dependiente me lo estaba preguntando por tú culpa, si podemos encontrar un culpable en estos casos. Pero imaginarte delante mío, a tan solo unos metros era una cosa simplemente no imaginé que ya estándolo me quedaría paralizado en tal punto de que mi mente, mi corazón y mi cuerpo fueran diferentes unidades, separadas, sin tener nada que ver conmigo

Porque eso causabas de forma totalmente extraña, un nudo en mí. Atándome de pies a cabeza sin saber que poder hacer. Entonces al ver que te habías girado me tuve que esconder como si fuese yo alguien importante al que no quería que observaran, cuando en realidad, soy lo contrario. El dependiente sé tranquilizó y no preguntó nada más una vez que le dije gracias, pero entonces, te perdí de vista. Nunca te imaginas que no haces bien tu trabajo cuando realmente no tienes ningún problema. Nunca te imaginas que llegue el momento en el que los caminos con aquella persona se separen. Nunca piensas que una persona que no conoces de nada pueda llegar a hacer de tu vida un laberinto sin salida, aunque la otra persona no supiera de tu existencia, como mi caso o tal vez ya pueda llamarse nuestro. Pero tú decidiste cambiarlo cuando aquella y última vez que te perdí de vista salí rápidamente de la tienda en la que minutos antes te encontrabas y desesperado me metí en un callejón. Perdí los estribos, dejé que una persona se escapara de mi vista, primer paso para que me echen del trabajo, de ese trabajo que era lo único que sabía hacer, pero que ya pensaba que ni eso podía hacer bien. En aquel callejón oí una voz que dijo:

-Sabes, la gente es muy mala a veces, los perritos y gatitos callejeros como tú, no merecéis este trato ni nunca lo deberías tener por parte de persona tan horrendas como los humanos.

Esa voz, la voz que tanto había escuchado en las cámaras que tenía en tu casa. La voz que tanto disfrutaba oír cantar mientras se preparaba para cocinar. Eras tú.

Juro que nunca antes había perdido la cabeza de esta forma, sentirme abrumado, perdido, sin saber que hacer...Era como si mi corazón tuviese una grieta de la cual saliesen poco a poco los sentimientos, nublando mi mente. Por eso nada más te levantaste de acariciar al perrito decidí esconderme antes de que pudieras verme y de pronto, le dijiste al perro "me voy a casa y tú creo que no tienes, pero no puedo hacerme cargo de otro animal". Tu simple expresión de tristeza, mirando al canino con un puchero tal vez no fuera la cosa más adorable, pero sí, ¿Podría discutirlo? No, y menos en estos momentos, "ya sé, si finjo ser una persona desconocida que le ha visto junto al perro y digo que lo pueda adoptar no sería mala idea" me dije a mí mismo, tarde. El pequeño perro delgado y casi esquelético de color marrón y marrón más claro me había descubierto sin darme cuenta, ahora este pequeño ser se encontraba oliendo mis zapatillas y al mirar hacia donde te encontrabas pude ver una sonrisa en tu rostro. Una sonrisa, joder, una sonrisa cuadrada, que hacia qué mostraras todos tus dientes y achinaras tus ojos, entonces te saludé con meneando la mano al mismo tiempo que sonreía, hice que te sonrojaras porque te vi sonriendo, Dios, tan inocente, pero ¿Por qué una persona cómo tú ocultaba su preciada risa? Su forma de felicidad, tal vez te habían hecho tanto daño que te daba miedo expresar, expresarte y que se notara, expresarte fuera de los cuadros que hacías con tanto empeño y cariño. Me agaché a ver a aquel perro, diría más bien cachorro, se parecía a un doberman, estaba sucio y escuálido, mucho más de lo que seguramente sería lo recomendado para su temprana edad perruna. Jugué a pellizcarle las orejitas y la cola, provocando que dicho animal ladrase y gruñese jugando, ambos divirtiéndonos sin pensar en el alrededor, olvidando también a Taehyung, chico al que no debía dejar de mirar, porque "recuerda Kook, sigue siendo un sujeto" me dije, pero mi mente parecía estar en mi contra, ella y todo mi ser. Volví a recordar donde estaba y lo que debía estar haciendo, primer fallo que cometí, nos vimos físicamente cuando en realidad nunca deberías haberme visto, nunca deberías haber puesto esos ojos color café amargo sobre mí. Lo hiciste y lo seguías haciendo una vez que levanté la mirada para ver si seguías allí, esta vez estaba más cerca, me entró el pánico y de pronto caminaste hacia nosotros, te agachaste a mi lado y susurraste un suave "hola", todo mi yo estaba confundido, una parte de mí pensaba en la suerte que tuve que me saludaras y la otra que la había cagado, no me quedó más remedio que saludarte, me sonreíste de nuevo pero entonces antes de sonrojarme o tener alguna reacción extraña me fijé en el cachorro.

-Amigo –Suspiré- Creo que lo mejor será que te adopte.

- ¿Cómo? –Preguntaste confuso-

-Perdón, hablaba con este pequeño individuo.

Tu reíste nervioso, se ve que habías pensado que iba hacia a ti dicho comentario. Yo solté una risa nasal mientras ponía mi mano en la cabeza del perro y volvía a acariciarlo. Sin más que decir, me levanté, estiré un poco mis piernas, agarré a dicho canino en mis brazos y me fui.

- ¡Espero que le des la vida que se merece a ese perrito de la noche!

Gritaste en ese callejón, haciéndome sonreír con aquel apodo para el cachorro que ahora tenía con los ojos cerrados en mis brazos. "Perrito de la noche" Un nombre muy largo, tal vez... Supongo que necesitará un nombre sí o sí, claro, ¿Cómo podría atender a un llamado si no? El apodo que le pusiste en realidad nunca descubrí porque fue, si porque estaba muy sucio y estaba en un callejón oscuro o porque había oscurecido. 

De todas las manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora