Veía desde su azotea como la gente disfrutaba de la tarde.
Los niños jugaban, las mujeres y amas de casa preparaban la cena o veían jugar a sus hijos, y los hombres que llegaban del trabajo o hacían alguna labor en el hogar.
Todas las casitas eran iluminadas desde muy temprano por velas. Brillantes velas que le recordaban una cosa: la odiosa familia Madrigal, pero sobre todo, la mujer que más aborrecía, Alma Madrigal.
El ambiente en el pueblo era seguro y tranquilo, acompañado por el paisaje que las montañas a su alrededor les brindaban, haciéndolos sentirse mucho más protegidos; pero allí estaba ella, amargada por la vida, resentida con el mundo, y angustiada por una persona.
—¿De verdad lograste ir más allá? —Pregunto en un murmullo viendo las montañas, queriendo ver qué había detrás de ellas.
—¡Margo! —Oyó que la llamaban en la primera planta del lugar donde vivía.
No quería atender al llamado, quería hacerse la tonta y seguir viendo el atardecer adornar las montañas, eran de los pequeños placeres de la vida que todavía podía disfrutar. Tomó su guitarra que reposaba a un lado de ella y comenzó a afinarla. Se sentía, en cierto grado, inspirada por el paisaje así como también por lo que sabía que estaba por acontecer. Quería cantar al atardecer para preguntarle por su amado que había partido hacía tanto tiempo.
-¡Margo! -Volvieron a llamarla.
-No escucho, no escucho, no escuchó. -Se tapo los oídos y cerró los ojos con fuerza.
Se reusaba rotundamente a bajar y tener que asistir a tal evento.
-Margo, tenemos que irnos. -Una gran mano fue colocada en su hombro caído y ella se sobresalto.
-Déjame. -Arrebato su hombro-. Yo no voy a poner un solo pie en esa casa.
-Por favor, hazlo por mí. La relación con los Madrigal debe ser perfecta si quiero que la señora Alma me deje casarme con Isabella. -Le rogó el alto moreno de cabellera sedosa.
-No es como si mi presencia fuera indispensable en esa lugar. Sabes bien que solo arruinaría el ambiente estando ahí, Maríano. -Lo vió de reojo con sus labios fruncidos, una expresión de desprecio hacia la familia anfitriona.
-Para mi lo es. Eres mi prima, pero casi te siento como hermana, mi madre te ve como una hija; no sabes lo feliz que nos haría tenerte en un momento así.
-¿Cómo quieres que me presenté ante ellos después de lo que nos hicieron?
-Pero Isabella no te hizo nada. -Negó con la cabeza sin entender ni un poco a su prima.
-Ella no, ninguno de los nietos Madrigal lo hizo. Pero ella sí que me hizo daño a mi y a... A... -No pudo concluir el nombre, ¿por qué?
-Sabes que aquí no sé habla de él, Margo. -Una voz subiendo por las escaleras los hizo voltear a ver.
-Pero yo no tengo porque callarlo. -Protestó-. Ellos hirieron a... --De nuevo, el nombre no salió de su boca, era como si una fuerza se lo impidiera, como si algo tuviera atada su lengua y no la dejara pronunciar esa palabra.
Un nudo en el estómago se formó y unas náuseas le llegaron. Siempre era lo mismo. Hacía tanto que no pronunciaba aquél nombre en voz alta, y haberlo oído en varias bocas aquella tarde le había dejado un mal sentimiento.
Una de los Madrigal, la pequeña Mirabel, se había pasado la tarde preguntando por su tío por casi todo el pueblo. Cuánto quiso acercarse a ella y poder contarle cada cosa que amo de él. No entendía el repentino interés de la que hubiera sido su sobrina, pero al menos le aliviaba que alguien quisiera conocerlo realmente. La verdadera esencia de Bruno Madrigal de la que solo ella era testigo.
ESTÁS LEYENDO
Para aquél que se fue. [Bruno Madrigal & OC Fem]
FanfictionDónde Margo, una mujer de 33 recuerda a su primer y único amor: un hombre un poco más mayor que ella que amo como a nadie; quien desapareció por el rechazo del pueblo y de su familia. Su único y cálido amor. ─¡Bruno seguiría con vida si ustedes no l...