Serendipia otoñal. (I/II)

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El otoño no es la época favorita de Diluc pero puede entender porque a algunas personas les gusta, las hojas caídas de vividos colores adornan el suelo por donde pasa y el sonido del crujido al pisarlas es agradable

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El otoño no es la época favorita de Diluc pero puede entender porque a algunas personas les gusta, las hojas caídas de vividos colores adornan el suelo por donde pasa y el sonido del crujido al pisarlas es agradable.

Pocas veces se da a si mismo el lujo de descansar de sus responsabilidades, siendo un duque podría dejar a cargo a alguien mas sus deberes pero Diluc es, al igual que lo fue su padre, alguien diligente y demasiado serio para su propio bien.

Esta vez, por extraño que le parezca a todo su personal, le hace caso a su sirvienta mas fiel al decirle que debería salir a pasear para despejar su mente, o mas bien, para que tome algo de aire fresco después de tantos meses de no salir de la mansión.

El hombre de ojos carmesí suspira, se adentra al bosque encima del elegante caballo que ha criado y entrenado desde pequeño, la fresca brisa de la mañana acaricia su rostro y mece su cabello atado en una coleta, que sus tierras estén en la periferia de Espinadragon hace que pueda sentir el frío invernal por adelantado.

Se adentra en el bosque para escapar de las miradas de los campesinos que viven cerca, él nunca se ha logrado acostumbrar a la presión de que tantas personas lo observen, incluso cuando recibe saludos amables él solo logra asentir en respuesta.

Una vez en soledad vuelve a suspirar, no pasa mucho tiempo hasta que se aleja lo suficiente como para no oír mas que el murmullo del viento y los animales que se alejan al notar su presencia. Una ligera sonrisa aparece en su rostro al ver a un pequeño conejito blanco escabulléndose entre los arbustos, desde hace tanto que Diluc no sale de su encierro que hasta había olvidado lo cómodo que se siente al estar rodeado de la naturaleza, pero, incluso con la calma, se obliga a estar alerta ya que no sería raro que unos bandidos lo atacasen por estar solo, o incluso, alguna de esas criaturas corruptas que deambulan por todo Tyevat.

Sigue avanzando por el sendero rodeado de arboles, no sabe a donde quiere dirigirse exactamente, divaga pensando en si regresar a la capital para pasar el rato por allí, como le Adeline le ha sugerido, o simplemente volver a su mansión cuando se aburra.

Pronto, al acercarse a un claro, lo ve, por la distancia apenas logra distinguirlo pero es la silueta de una persona tendida en el suelo, por reflejo avanza rápidamente aunque el caballo relincha y se niega a acercarse cuando esta a casi un metro de distancia, se baja sin prestarle atención al extraño comportamiento del animal, mas preocupado por la persona que podría estar herida.

El noble se arrodilla a un lado, alarmado por la cantidad de sangre que mancha su espalda. Hay un par de hojas secas encima de su cuerpo por lo que intuye que ha estado allí un tiempo, toma su mano y presiona dos dedos sobre su muñeca esperando sentir su pulso, y afortunadamente, lo hay, sigue con vida. Se siente aliviado por alguna razón, Diluc no duda en ayudarlo pero al intentar levantarlo se da cuenta, su largo cabello dorado que hasta ahora lo estaba cubriendo se mueve y puede verlo con claridad... Un ala, tiene un ala saliendo de su espalda y... Frunce el seño al notar porque está bañado en sangre, parece que la otra ha sido cortada.

Fallen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora