Blanco y rojo, un cálido invierno. I

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El invierno este año parece haber llegado mas rápido, Diluc puede sentir el cambio que ha tenido su vida desde que el rubio esta viviendo con él, pensar en como era antes de tenerlo rondando a su lado por alguna razón se siente lúgubre

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El invierno este año parece haber llegado mas rápido, Diluc puede sentir el cambio que ha tenido su vida desde que el rubio esta viviendo con él, pensar en como era antes de tenerlo rondando a su lado por alguna razón se siente lúgubre.

Como ya es usual, el sonido de suaves golpes en la puerta lo hace volver a la realidad, mira por la ventana y apenas distingue que el sol está en lo alto ya que últimamente solo hay días nublados y poco luminosos.

—Pasa.

Dice y solo entonces se abre la puerta, Aether no entra, se queda mirándolo desde el lugar, abraza los libros que sostiene antes de hablar.

—Luc... um, es hora, vamos a comer.

Pronuncia con cierta timidez logrando hacer que el pelirrojo sonría tiernamente, le resultaba agradable poder oír mas de su voz y gracias a el tiempo que pasó enseñándole ya no tenía que adivinar lo que quería... Al menos, la mayor parte del tiempo.

—Bien, vamos.

El noble se levanta de su asiento dejando los papeles en su escritorio, ahora que tiene a Aether sus horarios son mas consistentes, a la hora del almuerzo deja de trabajar y se concentra en su pequeño rayo de sol.

Los ojos dorados de Aether brillan en cuanto Diluc se acerca, su emoción es notable, ya se ha hecho una costumbre que luego de comer le enseñe por un par de horas a hablar, leer y escribir, cosa que para su sorpresa, no fue muy difícil de hacer.

Sus comidas son ligeramente diferentes ya que al parecer Aether no come carne, la primera vez que lo probó asustó al noble ya que se puso pálido e incluso tuvo arcadas, Adeline dedujo que se debía a debía ser alérgico o algo por el estilo pero seguía siendo extraño. De todos modos, Diluc siempre se aseguraba de que su comida fuese lo mas variada posible para poder suplir la carencia de tal alimento, a veces se preguntaba si se debía a su alimentación que Aether fuese tan delgado y bajito, aunque nunca podía descartar la posibilidad de que simplemente fuese por su juventud y que todavía estuviese creciendo.

. . .

—Diluc, mira.

Dijo enseñando su hoja con las palabras que le pidió que escribiera, su escritura ha mejorado aunque por ahora solo puede escribir y decir cosas simples.

—Lo hiciste muy bien.

Respondió Diluc con cierto orgullo en su voz, él no puede evitar sentir un cosquilleo cada vez que sus acciones hacen que el rostro de Aether se ilumine con una tierna sonrisa. El rubio esta expectante, como un cachorrito esperando recibir su premio y Diluc sabe perfectamente que quiere.

El noble pone su mano sobre la cabeza del mas pequeño y acaricia con suavidad, su intención no es hacerlo por mucho tiempo pero sus pequeñas manos se posan encima de la suya para que no se aleje, sus ojos se cierran mientras disfruta de la sensación.

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