En un mundo donde los demonios caminan entre los humanos la coexistencia es imposible se han librado batallas donde ambos bandos habían tenido cientos de miles de bajas, tanto los humanos como demonios con ayuda de los dioses habían firmado un tratado de evitar el conflicto por otros cien años. Ambas partes aceptaron pero no todos estaban de acuerdo con ello en especial los demonios.
Uno en específico, su nombre era Krahl el por su cuenta decidió seguir siendo el terror de los humanos aparecía rodeado de un humo negro con hedor a muerte en las aldeas y arrasaba todo a su paso tanto humanos como demonios buscaban detenerlo pero Krahl era demasiado poderoso para ellos, cualquier intento de captura solo terminaba con la muerte de aquellos que lo intentaron.
Los humanos pidieron ayuda a los dioses para detener a tan vil demonio ya que sin humanos los dioses se quedarían sin creyentes y se debilitaría, accedieron a ayudar mandando a su guardia persona regidos por su comandante Asmos.
El general celestial era de los guerreros más fuertes de la existencia un general que ha visto todas las batallas conoce todas las estrategias de guerra un guerrero sin igual.
La batalla comenzó durando días para sorpresa de los humanos y demonios se extendió por semanas incluso ante la estupefacción de los dioses aquella batalla duro dos meses para la sorpresa de las tres razas el vencedor de aquella batalla fue nada más y nada menos que Krahl el demonio.
Los dioses estaban furiosos las cosas no debían terminar así. Ellos tenían suficiente poder para acabar con la existencia de aquel demonio, pero eran demasiados orgullosos para manchar sus manos ante aquel misero demonio.
Los dioses se reunieron para acabar con ese demonio de una maldita vez sin ser ellos los que lo hicieran directamente. Camus el dios menor se le ocurrió una idea que acabar con ese demonio de forma simple sin inmiscuirse ellos más de la cuenta.
"¿Cuál es la diferencia entre un hombre y un demonio?"
Los demás dioses miraron extrañados al dios menor mientras este sonreía de forma maliciosa.
"Los demonios no tienen sentimientos a diferencia de los humanos ellos sienten dolor,ira,tristeza y aún más importante...amor"
Krahl al despertar de su sueño se sintió diferente algo andaba mal en él. La sed de sangre que lo caracterizaba había desaparecido. El demonio comenzó a deambular con destino a las aldeas más cercanas posible. Como era de esperar aquel demonio tenía que pasar por un ejército antes de llegar a la aldea.
Se le dibujo una sonrisa a aquel demonio él pensaba que eso era justo lo que necesitaba una batalla para recuperar su sed de sangre.
Aquella batalla fue una masacre Krahl asesino a todo un ejército, pero aun así no se sentía bien, muchas sensaciones pasaban por el demonio después de la batalla. El sentía ¿remordimiento? ¿Pena? ¿Vergüenza? él no sabía cómo sentirse ver sus manos manchadas de sangre algo que en el pasado era normal ahora le daban arcadas el demonio no se sentía bien.
Se alejo de aquel campo de batalla que solo verlo le daban ganas de vomitar se escondió en un bosque lejano y trato de dormir tal vez eso le ayudaría, pero nada más cerrar los ojos se le venían las imágenes de aquella batalla sin sentido un baño de sangre del cual no estaba orgulloso. Krahl podía jurar que todavía escuchaba los gritos de agonía de los soldados cuando sus huesos se quebraban por obra suya.
El demonio no podía vivir así con cada masacre que hacia su culpa aumentaba sus deseos de morir igual, odiaba saber que era un monstruo que mata y destruye todo. Krahl lo había decidido se iría a vivir en el pico más alto de una la montaña más altas. Debía huir no se sentía bien consigo mismo odiaba todo y a todos.