Depresión. Una palabra que por muchos es tomada como broma, pero que para otros es una lucha constante con ellos mismos.
Mi caso es el segundo, mi nombre es Lucía, que significa aquella que lleva la luz, a mi madre le gustaban los nombres con significados profundos, aunque el mío fue un tanto incongruente ya que nunca me sentía como tal, muy por el contrario siempre me he sentido más como una luz apagada.
Desde que era pequeña mi vida fue difícil por no decir que fue una completa mierda, en la escuela los demás niños me llamaban rara y me molestaban por no ser como ellos, mientras otros preferían jugar rayuela o a las traes yo prefería estar con mis únicos y verdaderos amigos, los libros, ellos siempre estuvieron conmigo y me enseñaron mundos fantásticos, mundos dónde las princesas viven en enormes castillos, dónde los niños pueden volar en escobas, dónde la magia es real, sin embargo nunca dejaron de ser simples historia. En mi casa las cosas no eran precisamente mejores que en la escuela, mi padre siempre me desprecio por haber nacido con vagina en lugar de un pene, siempre me hizo saber que él quería un varón y que no sentía el más mínimo afecto por mi al contrario de mi madre quien fue la única persona buena que conocí en mi vida, ella siempre me hacía sentir normal y cómoda con mi forma de ser, ella incluso alimentaba mi amor por los libros ya que ella era también una amante de la lectura. Teníamos un lugar especial en dónde solíamos escaparnos de mi papá, la librería Magnus, la biblioteca más grande de mi ciudad, un lugar donde me nutría de conocimiento y donde mi imaginación volaba cada vez más, al estar ahí rodeada de tantos libros, me sentía en paz, me gustaría que la vida fuera igual que en los libros donde los problemas siempre se solucionan al final, siempre vi mi vida como un libro incompleto, con cientos y cientos de páginas en blanco que solo yo podía escribir, más sin embargo, todos los que me rodeaban escribían fragmentos de mi vida de una forma inimaginable, todo inicia en el núcleo familiar rodeado de peleas, insultos constantes, no era el mejor comienzo para un libro, pero, dicen que las mejores historias comienzan con una tragedia, hubiera dado lo que fuera por que este no fuera el caso.
Mi madre se llamaba Ayla, que significa luz de luna, siempre me pregunté porqué había elegido el nombre de Lucia para mi, habiendo muchos nombres con un significado más adecuado a quien soy eligió uno que es mi opuesto por completo, en cambio el suyo era de los más adecuado, solíamos mirar luna juntas en la noche, cuando el monstruo bajo mi cama no me dejaba dormir, ella solía decir que la luna era una diosa, que cuidaba a todos durante la noche, que cada vez que me sintiera triste, sola, asustada, mirara hacia arriba que la luna estaría cuidando de mí, siempre creí que mirariamos la luna juntas, que ella jamas me dejaria sola. Un dia mi madre llegó del trabajo, tarde como siempre ya que ella trabajaba horas extras para conseguir más dinero pero, no era igual que otros días, ella se veía cansada incluso más de lo normal, estaba algo resfriada, tal vez fuera por el mal clima que habia ese dia, ella era de esas personas que no decían cuando están enfermas, era fuerte pero aun asi me preocupe, mi padre no estaba estaba en casa, la verdad tampoco me importaba mucho donde estuviera, mi madre puso su mano sobre mi hombro y dijo que estaba bien, que todo estaba bien, quise creerle pero después de eso ella cayó al suelo inconsciente, asustada corrí a casa de nuestro vecino, con mi pequeño corazón latiendo a mil por hora y con lágrimas recorriendo toda mi cara golpeaba desesperada la puerta implorando que me escucharan, mi vecino el señor Davis abrió la puerta asustado por mis constantes gritos.
—¿Qué es lo que quieres, niña? —preguntó el señor Davis.
—Es mi madre, por favor tiene que ayudarla —dije llorando.
La señora Davis salió a ver el alboroto que había en la puerta. Eleonor Davis, una mujer linda, dulce y bondadosa, de las pocas personas ajenas a mi familia que de verdad me agradaban, todo lo contrario al hombre con quien estaba casada, Arthur Davis, un hombre haragán y casi siempre muy malhumorado, parecía como si todas las mujeres del vecindario debieran estar casadas con hombres horribles.
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Diario de una depresión
Teen FictionLucía es una joven que desde pequeña siempre se sintio sola, sin muchas personas a su alrededor que la quieran, su vida cambia tras hacerse amiga de otra joven que es completamente lo opuesto a ella.