Al día siguiente, tras despertar lo primero que hice fue irme a casa de mis tías, me preparé un sándwich con lo que encontré en la nevera y me subí a mi bicicleta, pedaleaba entusiasmada de contarles a mis tías lo que había pasado la noche anterior, sabía que ellas también querían saber todo lo que había sucedido. Al llegar me encontré de nuevo con Elina, estaba ayudando a sus papás con el resto de sus cosas de la mudanza, ella estaba bajando un sofá del camión junto con su papá por lo que me acerqué para ver si necesitaban ayuda.
—Niña gato, hola de nuevo —me saludó—. Te daría la mano pero las tengo algo ocupadas.
—¿Necesitan ayuda con eso? —les pregunté.
—Tranquila, estamos bien —dijo su padre—. Pero podrías ayudarnos con esas cajas de ahí, por favor.
—Claro, no hay problema —dije levantando una caja llena de libros.
—Si sientes que pesa mucho, es por culpa de mi hija —dijo su padre soltando una risa—. Si fuera por ella tendría toda una librería completa en su habitación.
—¡Papá! —dijo Elina algo apenada—. No tienes que decirle eso a todo el mundo.
—No sería la única con ese sueño —dije riendo.
—¿También te gusta leer? —me preguntó Elina dejando el sillón en su lugar.
—¿Y a quién no? —respondí.
—A él —dijo Elina señalando a su padre.
—Soy más fan de las películas, pero para mi pequeña no importa cuántos libros tenga que comprar para hacerla feliz —dijo sacudiendo el cabello de su Elina—. Es un gusto, soy el padre de Elina —me dijo estirando su mano al percatarse que no se había presentado—. Tú debes ser Lucía, ella no ha parado de hablar de su nueva amiga que hizo la semana pasada.
—¡Papá! —dijo Elina sonrojada—. Mejor vamos afuera Lucía.
—Tu papá es divertido —dije saliendo de la casa.
—Lo es, cuando no anda divulgando mi vida privada —dijo Elina riendo—. Pero supongo que es uno de sus trabajos como padres, avergonzarnos sin intención.
—Es parte de ser un buen padre, debe ser lindo tenerlo —dije con una mirada más triste.
—Ey, ¿estás bien? —me preguntó preocupada y poniendo su mano en mi hombro.
—Si, todo está bien, no te preocupes —dije tratando de mostrarle una sonrisa.
—¿Segura? Es que luces algo triste ahora —dijo preocupada.
—Estoy bien, descuida, es solo que mi papá casi nunca está en casa, es por eso que siempre me la paso en casa de mis tías —dije tratando de eludir las preguntas—. ¡Mis tías! —dije golpeando mi frente—. Vine a verlas, es verdad, adiós Elina, nos vemos luego —me despedí y avance a la casa de mis tías.
—Nos vemos niña gato —me respondió sonriendo.
Elina me caía bien, pero la conocí hace apenas una semana, sentía que era demasiado pronto como para contarle toda mi vida y mis desgracias, además no me gustaba hablar de esas cosas, ni siquiera con mis amigos.
Al estar en la entrada de la casa de mis tías, toque la puerta.
—Farola, al fin llegas —me dijo tía Ari abriendo la puerta—. Entra, hay tanto de qué hablar.
—Hola cariño, buenos días —me dijo tía Tiana, quién ya estaba sentada en la sala con una taza de café—. ¿Café?
—Buenos días tía Tiana, no gracias —contesté.
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Diario de una depresión
Teen FictionLucía es una joven que desde pequeña siempre se sintio sola, sin muchas personas a su alrededor que la quieran, su vida cambia tras hacerse amiga de otra joven que es completamente lo opuesto a ella.